Lleva prácticamente toda su vida residiendo en Marbella pero es de origen libanés y se llama Patricia Nakib. Esta joven de 30 años con más de 120.000 seguidores en Instagram es uno de las influencers más queridas del sector de la flamenca y de hecho su cuenta se llama “Flamencas y volantes”, dirección desde la que analiza el sector e incluso ella misma se convierte en imagen de diferentes diseñadores que quieren mostrar sus creaciones de otra forma y con una modelo atrevida y nada convencional.

-Antes de nada… ¿Tanto dinero como dicen se gana dedicándose una a esto?

-Bueno, yo no me dedico todo el tiempo sino en determinados meses, de noviembre a abril. Luego desconecto y me centro en la hostelería, aunque estoy con un proyecto de una web dedicada a moda flamenca para que todo el mundo desde cualquier punto de España pueda tener acceso a ella. Si me enfocara cien por cien a esto creo que podría vivir pero no sé si para ganar tanto… Yo empecé en 2017 y no tenía ni idea de pasarelas ni nada de esto porque me crie en el Líbano y en Marbella no hay tanta cultura de este sector con lo que al principio era más hobby. Poco a poco me fueron invitando a eventos y llamando diseñadores hasta que a raíz del COVID monté un showroom con diferentes firmas en un local donde vender lo que ese año no se había vendido con la pandemia. A partir de ahí empezó a ser todo profesional. Tuve la oportunidad de llevar una bata de cola y ese vídeo se viralizó y se convirtió en mi principio y en la primera vez en la que di la cara…

-¿Te sientes cómoda delante de la cámara?

-Sí, me he acostumbrado rápido. Las fotos bien, pero subirme a la pasarela sí que me cuesta… Admiro mucho a las modelos.

-¿Notas la presión de tener que subir de seguidores?

-Antes más y me lo tomaba más personal. Instagram cambia a cada rato con lo que subo contenido y llego hasta donde llegue y con eso me quedo tranquila.

-¿Cómo es tu estrategia? ¿Muestras cosas íntimas?

-Comparto algo de mi vida en Marbella por seguir activa todo el año pero todavía soy muy reservada en cuanto a mi parcela personal. El hándicap es que la flamenca solo tiene unos meses, de enero a abril, y el resto del tiempo interesa menos. Por eso hago muchos editoriales y guardo contenido para los otros meses.

-Pero lo personal gusta especialmente…

-Y lo noto. Cuando pongo algo mío interesa porque la gente es cotilla… (risas). Yo también lo soy pero creo que si muestras mucho lo mismo terminan metiéndose en lo tuyo. Mi límite es que no comparto lo que hago todos los días porque enseñar tu vida personal te hace ser esclava de tener que mantener interesados a tus seguidores de tu día a día.

-¿Te estresa faceta de influencer?

-No. Son unos meses y asumes que es parte del juego…

-Pero sí es un mundo muy competitivo…

-Sí, aunque al vivir en otro sitio que no es Sevilla no es igual. Me alegro de todo lo bueno que le pase a los demás y al final la mayoría terminamos ayudándonos.

-¿Qué opina tu pareja de lo que haces?

-Él está orgulloso de mí. Tiene su negocio, yo el mío y le da satisfacción haberme visto crecer. Ten en cuenta que, como te he dicho, cuando empecé no sabía ni lo que era un volante canastero…

-¿Y cómo es tu relación con el traje de flamenca?

-No soy una flamenca muy sevillana o andaluza. No me veo con la flor en el medio o con mantoncillo. Soy de colores básicos y hasta hace dos años salí con palabra de honor… Me considero una flamenca muy atípica y me gustan los trajes con sus buenos volantes y todo lo que sean flecos me vuelve loca. Hay cortes para todos los cuerpos y es una penda que favorece a la mujer, sea como sea.