Coincidiendo con el 8 de marzo, Día de la Mujer, nos acercamos a conocer el perfil de Flor de Torres, fiscal delegada de Violencia contra la Mujer y contra la discriminación de género en nuestra Comunidad Autónoma que, el pasado 28 de febrero, fue galardonada con una de las Medallas de Andalucía
Es una mujer concienciada con la Violencia de Género desde hace muchos años y, por esa razón, el pasado Día de Andalucía fue premiada con una de nuestras medallas. Almeriense de nacimiento, residente en Málaga desde 1987, la fiscal Flor de Torres –casada y con un hijo adolescente-, dedica gran parte de sus energías a luchar contra un maltrato que, según ella misma relata en esta entrevista, no conoce clases sociales ni edades.
Flor de Torres recibe la medalla de manos de la Presidenta de la Junta. Foto: Pepo Herrera
-¿Qué sintió cuando le llamaron para entregarle la Medalla de Andalucía?
-Pues te lo puedo resumir con dos palabras: “gratitud” y “humildad”. Esto me ha dado un impulso importante para seguir adelante y ha supuesto, cómo no, un gran honor.
-¿De dónde viene su implicación con el maltrato?
-Empecé en la Fiscalía en 1987 y desde siempre he estado comprometida con la violencia de género (antes “violencia familiar”). Creo en la igualdad y por eso estreché lazos con el Instituto de la Mujer. A partir de ahí, en 2004, me nombraron coordinadora y me especialicé en este campo (antes lo hacía junto a mi trabajo normal).
-Pero, ¿alguna experiencia cercana le acercó a él o fue por sensibilización?
-Afortunadamente, por sensibilización. Siempre empatizo tanto con el tema que casi siento lo que les pasa a las víctimas. De otra forma sería difícil situarse en el problema.
Foto: Pepo Herrera
-¿Cuándo deben saltar las señales de alerta de que podemos ser víctimas del maltrato?
-Cuando se empieza a denigrar a una persona moralmente. Ése es el principio. Se le aísla del resto y, a partir de ahí, empieza la agresión física e incluso, más tarde, la muerte. Un maltratador tiene una fábrica de sentimientos que hace que la víctima se sienta como tal y que incluso llegue a pensar –porque así se lo hacen ver- que cambiará. Por eso hay que ayudar a esas mujeres para que salgan de esa dinámica.
-Porque, el amor, ¿qué es para usted? ¿Cómo lo definiría?
-Hay una frase mía que uso mucho y que dice que “el amor no duele”. Ni física, ni psicológicamente. Si duele, no es saludable. La violencia de género está dentro de un concepto de amor romántico que no equivale a un amor sano. La película “Gilda”, por ejemplo, se ha vendido como el culmen de la sensualidad pero, en la actualidad, la bofetada que le da él a ella sería un delito. Necesitamos gafas para corregir la imagen del amor en la memoria del cine, de la música… Ahí la mujer está “cosificada” al lado del hombre.
-Entonces, ¿qué le parecen géneros musicales como la copla?
-Magníficos pero la imagen de la mujer hay que cuidarla sea el estilo que sea. Insisto que el amor romántico no es en igualdad y sin dolor y no hablar de igualdad es insolidaridad social.
-¿Está de acuerdo en que, en plataformas como la televisión, las famosas cuenten sus experiencias de maltrato?
-Para mí todo lo que sea presencia de una víctima que cuenta un testimonio es ejemplarizante. Otra cosa es el trato en concreto que den algunos medios. Habría que hacer una autocrítica sobre cómo se abordan los casos de personajes famosos.
-¿De qué forma se supera unas experiencias tan traumáticas como éstas de las que hablamos?
-Dándole a la mujer el poder sobre ellas mismas y su sexualidad. Si encuentran un psicólogo adecuado volverán a creer en el amor pero tienen que pasar una fase de desenganche y quererse a ellas mismas. Lo difícil es romper la dependencia. Luego no hay tiempo medio. Depende de la forma de asumir la situación y del apoyo recibido. Algunas lo vencen de forma inmediata y otras pasan una vida entera de sufrimiento.
-¿Cuál es su opinión de los hombres?
-Pienso que deben ser nuestros aliados en la igualdad. Por eso hay que buscar su complicidad. Las mujeres solas seguiríamos siendo un gueto.
-¿Ha llegado en alguna ocasión a entender a un agresor?
-No. Y cada vez menos. Para empezar nunca se reconocen como maltratadores. La experiencia me ha enseñado las técnicas que usan para defenderse (como proyección de la culpa, invisibilización de la víctima…). He interrogado a asesinos que seguían echando la culpa de su acción a la fallecida.
-¿Se lleva las historias a casa?
-Claro. Y para eso también tengo a un terapeuta que me ayuda a poner límites. Esos conflictos siguen en mi cabeza pero, gracias a amigos que están fuera de lo laboral, distraigo la mente.
-Trata con personas agresivas… ¿La han amenazado en alguna ocasión?
-Sí, claro. Hoy vengo de trece juicios. Mi cotidianidad es enfrentarme a ellos y eso provoca un rechazo por su parte.
-¿En Andalucía se maltrata más?
-Es que aquí hay más tasa poblacional. Un quince por ciento de las mujeres asesinadas son andaluzas y, la única forma de contener estos datos, es la denuncia. No arreglaremos el problema de la violencia de género sino que lo castigaremos y ya sabemos que, incluso denunciando, hay maltratadores que han asesinado. Sea como sea, no podemos quedarnos sin actuar.
