Con más de 3.500 visitantes, “Pasarela Sevilla” cerró ayer una primera edición donde, el desfile de Roberto Diz, puso un gótico broche de oro

Ricardo Castillejo

Alumnos recién graduados de las escuelas “Sevilla de moda” y CEADE Leonardo, 26 exactamente, fueron los encargados de plantear sus visionarios conceptos del diseño en un pase matinal donde hubo interesantes propuestas que se inspiraron en mundos tan diversos como el del minimalismo, el submarino, la estética del Arlequín, la “Carmen” de Merimée o los universales “Beatles”. Eso en cuanto a la mujer pero sin olvidar el vestir masculino a través de piezas pensadas para aquellos a los que, sin demasiados excesos, también les gusta cuidar de su imagen. Chalequitos estampados o estolas de piel al cuello fueron algunos de los detalles con los que, en este sentido, el hombre fue protagonista de este primer tramo del día.

De todos modos, el momento más esperado se produjo por la tarde cuando, algo más tarde de las ocho y media, comenzaba el desfile de Roberto Diz, uno de los profesionales del sector más reclamado de la actualidad y a cuya llamada acudió un importante número de populares como Luis Medina Abascal o Sibi Montes, hermana de la mujer de Fran Rivera, Lourdes Montes. Además, otros como Carlos Telmo o la delegada de cultura del ayuntamiento, María del Mar Sánchez Estrella, apoyaron la labor de este creador que cuenta con un grupo de fieles incondicionales entre los que no faltan “drags” como “Angelita, la perversa” (también presente en el Casino de la Exposición).

Ahí, bajo el título de “eurypharynx pelecanoides” –nombre de un raro pez abisal con forma de anguila-, Diz apostó por un inquietane universo que giraba, casi como color único -salvo algún azul pavo-, en torno al negro y en el que, como elementos “clave”, destacaron monos confeccionados con transparencias y con amplios vuelos en capas integradas en el conjunto, pantalones de “pata de elefante” (muy de tendencia),reinterpretaciones del traje de flamenca con un solo volante, sobrias túnicas de aspecto monacal, vestidos con asimetrías en las faldas y otros ceñidos con futuristas texturas, grandes hombreras de las que colgaban tiras de pedrería, pantalones de talle alto marcando la cintura, ciertos aires orientales… Imaginación al poder articulada en torno a pureza en las líneas, escotes tanto en “uve” como cerrados al cuello, tonos lisos, guantes para las manos (largos y cortos), botines como calzado y un estilismo del rostro sin maquillaje y con los ojos como vendados por un trazo de pintura negra.

Como cierre de lujo para los asistentes que abarrotaban el espacio como en ninguna otra convocatoria de “Pasarela Sevilla”- Laura Sánchez, con una pieza en terciopelo con dos largos (más corto delante y cola atrás), sorprendió con su siempre bienvenida presencia bajo el sonido de una mezcla musical como hilo conductor –clásica y heavy a la vez-, que se convertía en el claro reflejo sonoro del alma del trabajo de Roberto Diz, ceremonial y, en paralelo, trasgresor. Una buena filosofía para adoptar como propia dentro de un certamen que, a pesar de los tiempos de crisis que vivimos, comienza pisando fuerte. No esperábamos menos.