El que es uno de los directores más afamados de España presenta a partir de mañana en Fibes la adaptación del exitoso musical “Sonrisas y lágrimas”, producción que, desde su estreno en 1959, no ha dejado de representarse ni un solo día en el mundo
En su trayectoria figuran importantes títulos teatrales y, sobre todo, musicales ya que, desde el estreno de “Jesucristo Superstar” (1975), muchos han sido los montajes que han llevado su sello. Así, “Evita”, “My fair lady” o “Cabaret” son solo algunos referentes que ponen sobre la mesa el gran talento de Jaime Azpilicueta quien, con cincuenta años de trayectoria a sus espaldas, continúa hoy igual que ayer derrochando la misma ilusión por su trabajo. Responsable también de la adaptación “Sonrisas y lágrimas” que, desde hoy y hasta el 4 de mayo, se representará en Fibes, este profesional, amante de nuestra ciudad y nuestras tradiciones, prepara en la actualidad nuevos proyectos de los que, en exclusiva, habla para nuestros lectores.
-¿Cuál piensa que es la clave del éxito de “Sonrisas y lágrimas”?
-Es uno de los cinco o seis musicales más importantes de la historia del género y, en mi caso, mi relación con él se remonta algo más de una década atrás. Yo estaba entonces con la primera versión de “My fair lady” y el reto era complejo. Hace tres o cuatro años me volvieron a llamar y me puse manos a la obra. Ha pasado medio siglo desde que llegué a Madrid para trabajar y nunca he sentido una emoción tan grande con nada. Incluso en los ensayos, que se hacen en naves incómodas, la compañía se quedaba a verlos enteros (aunque hubiera actores a los que no les tocara intervenir en ese momento). “Sonrisas y lágrimas” es la historia de una familia en el sentido clásico de esa palabra (padre viudo, niños, nodriza que se encariña con ellos…). Luego está la cuestión de la anexión de Hitler a Austria con lo que, quien se sienta en la butaca, sabe que es un hecho real. La habré visto más de 200 veces y nunca me he salido de la sala.
-Porque, el “sello” Azpilicueta, ¿en qué se reconoce?
-En que parto de cero. Nuestro oficio es lograr que el público no se mueva de su asiento, despertar sus cinco sentidos. El teatro no ha solucionado jamás los problemas del mundo. Como mucho, los mostramos. Intento que todo sea verdad, que desde la obertura se empiecen a entender a los personajes de la función y uno se sienta parte de los Von Trapp.
-¿No condiciona demasiado la película (o July Andrews como María)?
-No. Es lo mismo que Audrey Hepburn y Paloma San Basilio en “My fair lady”. Todos tenemos a la primera en la cabeza pero, al abrir el telón, te das cuenta de que es otra cosa. El directo del teatro es una gran ventaja y se cuenta de forma diferente al cine. No se han establecido comparaciones en los casi tres años que llevamos con la representación.
-¿Podría destacar un solo musical de todos los que ha hecho?
-Es una pregunta imposible pero tal vez el primero, “Jesucristo Superstar”. Aquí no había tradición musical y hubo que iniciarla. Nos lanzamos con Camilo Sesto y hasta su compañía pensaba que nos quemarían la sala (risas).
-¿Es posible que, aún hoy, le siga emocionando tanto su profesión?
-Es que si no pasa eso, mejor que te retires. Y es sincero, no una forma de hablar. Este oficio es tan difícil… Durante mucho tiempo hice espectáculos para comer, que no me gustaban. Más tarde empecé a elegir y, en la actualidad, si no me interesa, pongo un precio elevadísimo para que me digan que no y, si es que sí, es una cantidad tan grande que no podría negarme (risas).
-¿Alguna “espinita” por sacarse?
-Varias. La principal, “Gipsy”, una gozada que he visto en miles de ocasiones y que tengo dando vueltas en la cabeza.
-Porque, en este momento, ¿en qué anda?
-En un montón de cosas (risas). Estoy con la preproducción de “Jekyll and Hyde”, de nuevo con Raphael; una puesta en escena de “Jesucristo Superstar” con varias “estrellas” y una orquesta sinfónica; “El hombre de la Mancha” incluyendo un reparto sorprendente y, espero, con el reestreno de “Cabaret”.
-¿No piensa que, con la crisis, el musical –por los elevados costes que supone-, está en peligro?
-Bueno, lo que es innegable es que los productores se echan a temblar ante los números. Con un 21 por ciento de IVA y el 15 por ciento de autores, es imposible que salgan.
