Termina la edición número 69 del Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida y una vez más bajo la batuta de Jesús Cimarro, los datos no pueden ser mejores. A saber, 114.453 espectadores (100.821 en el Teatro Romano), una taquilla con un superávit de 675.000 euros (2.465.361, 75 euros de recaudación), exposiciones, funciones alternativas, desfiles…

Ninguna dirección ha conseguido elevar este Festival a tan altas cotas y además contentar en general al sector crítico, encantado con propuestas como “Pandataria”, de Cayetana Guillén Cuervo, o “Salomé”, protagonizada por Belén Rueda. Además, Pepón Nieto, Mariano Peña, Cristina Castaño o Emma Ozores han encabezado los carteles de diferentes propuestas que han ido colgando los carteles de “No hay entradas” noche a noche, haciendo vibrar a un público que además moviliza un importante negocio para la ciudad a nivel de hostelería y turístico.

Y ahí, el mencionado Cimarro, responsable de la productora “Pentación”, dueño del madrileño e histórico teatro La Latina, vigila con celo el que todo el engranaje funcione a la perfección, atendiendo tanto a las numerosas autoridades y famosos que se acercan a disfrutar de esta experiencia como a los espectadores anónimos entre los que les gusta caminar con sigilo para escuchar sus opiniones y tomar en primera persona el pulso de la calle.

Porque Jesús es el último y el único productor heredero que continúa la línea de trabajo de otros anteriores como Enrique Cornejo o Ramón Tamayo pero adaptado a los nuevos tiempos y con una importante formación que le ha valido el ser considerado por la revista “Forbes” como una de las cien mentes más creativas de nuestro país. Eso sin dejar atrás un cariñoso carisma personal de los que aman profundamente lo que hacen y buscan, más allá del beneficio económico, el reconforte del alma haciendo felices a otros con lo que a ti te hace feliz.

Asistir a una función del Festival y contemplar a Jesús Cimarro concentrado en una esquina, pendiente de que todo esté bien y sin faltar a una sola cita durante los dos meses de esta cita es entender que él, más que un productor, es como un gran patrón, de trato familiar hacia su equipo y la gente en general, bajo cuya protección podemos estar tranquilos porque todo estará bien (la misma fórmula bajo la que mima su propia empresa).

Y aunque la próxima edición es la última de su contrato con la Junta de Extremadura, muy torpes tendrían que ser los dirigentes responsables de la misma para dejar escapar a un valor tan sólido para la siguiente etapa de Mérida. Otro como él, imposible…