Será el 7 de marzo en el Teatro Los Remedios cuando tengamos la oportunidad de disfrutar del arte de Joana Jiménez quien, en compañía de Manuel Cuevas, nos traerá, en “Ahí queó!”, algo de esa Semana Santa que, este año, tampoco podremos celebrar.
Por Ricardo Castillejo
Con más de dos décadas de trayectoria, Joana Jiménez es una de las artistas más reconocidas y queridas de nuestra tierra. Sin embargo, como todos sus compañeros de profesión, la pandemia del Coronavirus está suponiendo una dura prueba no solo para la salud sino también para la economía de un colectivo absolutamente desesperado -como la mayoría- por una situación que parece no tener final. Sea como sea, sus ganas de subirse al escenario son tantas que la sevillana ha apostado por montar “Ahí Queó”, un homenaje a esa Semana Santa que todos anhelamos y que, por segundo año, no vamos a poder celebrar en nuestra tierra.
-¿Has podido hacer algo desde que comenzó todo el tema del Covid? Porque el colectivo artístico está desesperado…
-Bueno, algunas cositas sí que he podido. En verano, por ejemplo, tuve como ocho conciertos que, por la situación, pensé que no iban a ser tantos. En Navidad también pude poner en marcha un espectáculo y, aparte, al principio, estuve dos meses cantando a diario en Canal Sur. Por lo demás, aguantando como una jabata… Esto nos ha caído como una losa. Muchas suspensiones -la primera, el 13 de marzo-, ferias y fiestas que se han ido al garete, “Incienso y mantilla” y la Semana Santa… Ha sido, y está siendo, horrible. La gente tiene miedo de ir a los teatros aunque, los autobuses y los centros comerciales, están llenos. No lo termino de entender.
-¿Os sentís desamparados políticamente?
-Totalmente. Junto a la hostelería y el turismo, la cultura es de lo más afectado. Parece que queda en un segundo plano, que los artistas somos los “no esenciales”.
-¿Y qué hace un artista cuando no actúa?
-Bueno, intentas distraerte, crear, ilusionarte dentro de lo que se puede… En mi caso en casa con mi familia, mi perro, mi deporte…
-¿Se quitan las ganas?
-Al contrario. Hay muchísimas más, a pesar de tener claro de que eso va para largo y que es mucho más “chungo” de lo que pensábamos.
-¿Cuál es el ambiente entre los de tu sector?
-De tristeza generalizada, hartazgo… E incertidumbre. Ésa es la palabra más generalizada. Los poquitos ahorros que tienes los vas consumiendo. Tienes hijos, hipotecas, gastos… El reloj de arena se va dando la vuelta, la situación se vuelve cada vez más complicada y te llega a afectar hasta a la salud.
“En los instantes de debilidad, la gente mala se aprovecha más de las circunstancias. Hay muchas personas solidarias y maravillosas, pero también existe un sector de seres humanos que no piensan en nadie y a los que les da igual todo”
-¿Es la peor etapa de tu trayectoria?
-Sin lugar a duda y con mucha diferencia. Nunca he estado sin trabajar. Solo dos meses, por un problema que tuve con una empresa que me llevaba y que no estaba en mi mano. Desde los 18 años vivo de la música y, verte como en este momento, te crea mucho miedo y mucha angustia.
-¿Y 2021 de qué forma lo afrontas?
-Por lo pronto pensé en este montaje cofrade, ya que la Cuaresma empieza en breve, y embarqué a Manuel Cuevas. Más allá tengo muchos proyectos que están parados porque los programadores no programan, con la reducción de aforo no salen las cuentas…
-Porque, si esto sigue así, ¿cuánto tiempo podrás resistir?
-Poco. Con 700 euros de ayuda se vive regular. Tú te haces unas cuentas y tienes unas deudas y, de un día para otro, eso se paraliza. Va a hacer casi un año tirando de ahorros y con cuatro picoteos que van saliendo. Espero que a raíz de primavera mejore la situación, aunque sé que, el nivel de antes, no lo voy a tener.
-¿Nos ha cambiado la pandemia? ¿Nos ha hecho mejores?
-Yo creo que el que es buena persona lo es siempre y, el mal nacido, también. En los instantes de debilidad, la gente mala se aprovecha más de las circunstancias. Hay muchas personas solidarias y maravillosas, pero también existe un sector de seres humanos que no piensan en nadie y a los que les da igual todo. Muchos se van de botellón y se juntan 30 o 40 y eso es indignante. Se necesita mano dura porque lo que está pasando es muy, muy grave.