La artista compartirá escenario esta semana con Fran Doblas –ganador de la cuarta edición de “Se llama copla”- dentro del espectáculo “Incienso y mantilla”. Ahí, musicalmente, trasladarán el ambiente de la Semana Santa, del jueves al sábado, al escenario del Teatro Quintero
Tiene dos citas importantes: esta semana en el Teatro Quintero y el próximo viernes 4 de abril, dentro del ciclo “La copla y Sevilla”, en el Teatro Lope de Vega. Vinculada a este género desde pequeña, la artista, que siempre ha llevado por bandera su admiración por Marifé de Triana, no solo es dueña de una fantástica voz sino que, más allá, es de las figuras más completas de la actualidad, dominando como pocas el movimiento sobre el escenario.
-¿De dónde viene su pasión por la canción española?
-Del vientre de mi madre, que ya me cantaba antes de nacer.
-¿Recuerda la primera copla de su vida?
-No. Como las he escuchado siempre desde que tengo uso de razón… Lo que sí supongo que sería una de Marifé. La copla es la banda sonora de mi vida. “Torre de arena”, “La loba”, “Te he de querer mientras viva”… “María de la O”…
-¿Cuándo grabó su primer disco?
-Con nueve años. En realidad era una casete. El primer disco lo hice con once años. Más que una niña prodigio, he sido una niña “cantaora”.
-¿La apoyaron en casa?
-Muchísimo. Mi madre no ha sido de inculcarme nada. Con cuatro años ya le decía yo que quería bailar (porque yo empecé con el baile flamenco). Siempre he contado con su respaldo. Con ocho años ya actué en el Álvarez Quintero.
-¿Qué le parece el momento de esplendor que pasa el género?
-Forma parte de la cultura de Andalucía. Tiene mucho que ver con nuestra forma de vivir y de sentir. Todo el mundo se identifica con alguna. Estuvo ausente porque se dejó de apostar por él.
-¿La copla tiene ideología?
-En absoluto. Es del pueblo. No estoy de acuerdo con ese sambenito que quieren colgarle de ser “facha”. Las nuevas generaciones, a través del programa de Canal Sur, la han descubierto y siguen escuchándola. Hay público de todas las edades. Hasta niños pequeñitos.
-¿Los mensajes que lanzan estas canciones no han quedado un poco… obsoletos?
-En realidad, lo que cuentan es la vida misma. Son sentimientos y vivencias. Es algo personal. La mayoría de los grandes autores, como Rafael de León, eran homosexuales y eso condicionó mucho las letras. Sus composiciones eran para mujeres y ellos entendieron nuestro punto de vista. Cuando nos enamoramos somos más brutas… (risas). ¿Quién no ha dicho “me muero por ti”? Tarde o temprano todos vivimos una historia así. Lo que sí que, en mi caso, sería la más positiva del mundo y tiraría “p´alante”.
-¿Tiene alguna copla con la que se sienta identificada?
-No. Quizás “Con los bracitos en cruz”, por lo especial que era para mi madre y porque la gente la identifica conmigo.
-¿Y alguna que le cueste interpretar, que se le resista?
-Cada una tiene su punto pero una de las que más me cuesta es “Callejuela sin salida”. Hasta que no la hice por vez primera no me di cuenta. Me emocionó mucho su argumento. Es de las que más me han dolido al hacerla.
-¿Es Joana Jiménez la mejor?
-Para mi niño, sí. Dice que soy la mejor madre. Intento superarme cada día pero no voy con la idea de ser la mejor.
-Se lo decía por aquello de que las folclóricas tienen tanta competitividad entre ustedes…
-Es que yo no me considero folclórica. Vengo del flamenco, de cantar en compañías y ser una más. Me parece una pérdida de tiempo y de energía y una estupidez. La fuerza hay que usarla cuando actúas pero siendo rival de ti misma. Yo, por ejemplo, nunca me gusto. Me encuentro muchos fallos.
-¿Tiene planes para su carrera?
-La llevo al día. No pienso en un futuro. El secreto está en luchar mucho. Estamos pasando momentos muy complicados. Quiero seguir viviendo de la música, que me conozcan y dar mucha guerra. Eso es importante. Pero sin prisas ni aires de grandeza. Lo que tiene que estar para ti, estará.
-¿No le parece que se está abusando demasiado de este estilo?
-Sí. No se puede dar un concierto con un “playback” de piano y un teclado de cartón. El público debe valorar lo que tiene o no calidad. Es un género que merece respeto y dignidad y, entre todos, se los tenemos que dar.
