A sus 32 años, el flamante ganador de la última edición de “Tu cara me suena” presenta “Hasta que llueva”, acercándose a sonidos latinos cuando, antes de mencionado programa, estaba a punto de decir adiós a su trayectoria musical.
Por Ricardo Castillejo
Es un amante incondicional de la balada, pero con “Hasta que llueva” se ha propuesto hacernos bailar en el que es un nuevo ciclo profesional para este joven de 32 años, de raza gitana y padre de dos hijos, Aday y Nayra. Además, Jorge González -cuyo abuelo era de la localidad sevillana de Dos Hermanas- es un Virgo un poco atípico, pues se confiesa bastante desordenado en su día a día, aunque, eso sí, muy trabajador, humilde y agradecido de haber encontrado en “Tu cara me suena” -cuya última edición ha ganado-, una nueva oportunidad para relanzar una carrera ante la que se encontraba un poco desilusionado. Sin embargo, esta victoria televisiva le ha supuesto un impulso y la motivación para pensar en posibilidades para la “pequeña pantalla” como “Masterchef”, concurso donde, a pesar de sus confesadas escasas dotes culinarias, le encantaría participar.
-Después de tocar tantos palos, en “Tu cara me suena”, ¿con el flamenco te atreverías?
-No sé si como juego podría, pero le tengo tanto respeto y tanto cariño a mis raíces, gitanas y flamencas, que no creo que estuviera a la altura de hacer nada puro.
-Lo que sí eres un apasionado de las baladas… ¿Te sientes cómodo con los ritmos latinos de “Hasta que llueva”?
-Hombre, yo soy joven y puedo llevar a mi terreno lo que sea pero, a la vez, soy muy antiguo, de los que se ponen a Luis Miguel, Alejandro Fernández, Alejandro Sanz… Soy muy romántico y me quedo ahí, aunque la industria esté en un momento muy malo y las radios prefieran algo más urbano. Lo mismo de aquí a quince años se lleva la jota (risas)…
-A lo mejor nos enamoramos menos…
-O de forma diferente. Me encuentro a las niñas de quince años que van por la calle y se emocionan con las letras del reguetón y, la verdad, que a mí me escandalizan y me horrorizan. No puedo soportar que mis padres, mis sobrinos o mis hijos escuchen obscenidades y lo peor es que ya nada nos asusta. Ahora, cuanto más explícito sea el tema, más engancha. Yo pido perdón, pero me quedo con lo de antes.
“¿Sabes las veces que me han dicho que “no”? La vida es un casting. Siempre estamos intentando estar aceptados en todas partes y, normalmente, encontramos más “noes” que “síes””
-Con la imagen también se puede provocar y tú, en este sentido, has sufrido un cambio físico espectacular…
-Pero menos, es más. Es mejor insinuar que enseñarlo todo, aunque a veces me digan que suba fotos a las redes mostrando más cuerpo. De todos modos, mi público es más de madres y me tienen más cariño que otra cosa, ¿no? Lo mismo soy demasiado inocente, pero creo que soy más entrañable y mimoso que “perro”. En cuanto al cambio que hablas, te sorprenderías porque mis amigos me llaman el cero por ciento. Puedo comer todos los días guarrerías y no engordo y mi única forma de crecer muscularmente es ir al gimnasio.
-“Tu cara me suena” ha supuesto un antes y un después en tu trayectoria, ¿verdad?
-Por supuesto, pero no por darme mucho trabajo o una mansión, sino personal y psicológicamente, enseñándome que, si se quiere, se puede. ¿Sabes las veces que me han dicho que “no”? La vida es un casting. Siempre estamos intentando estar aceptados en todas partes y, normalmente, encontramos más “noes” que “síes”. Luego, porque nunca se sabe, lo mismo quienes te dieron un “no”, te llaman para un “sí”. Cuando algo se cierra es porque otra cosa se va a abrir.
-¿Es cierto que no te hubiera importado volver a la venta ambulante?
-Era vendedor ambulante antes de “OT” y me lo pasaba muy bien porque ahí se respira tanta alegría que lo recomiendo como terapia… Venden diez euros y se van felices a casa y a mí no me importaría volver al mercadillo sino fuera por la crueldad de la gente, que luego dice cosas tipo “Mira éste donde ha acabado”. Mientas no hagas daño a nadie, todo es digno.
-¿Tu reciente triunfo televisivo te ha hecho despegar los pies del suelo?
-No… A una persona que le ha costado -y le cuesta- todo tanto, llegar a la final y vencer te da motivación y te sana mentalmente, porque los artistas somos muy vulnerables y muy bipolares. Sin embargo, no es para creerte nada sino para encontrar un pulmón gracias al que seguir, porque tendré que escuchar muchos “noes” todavía.
-Tengo entendido que eres un padrazo…
-Intento. Soy un padre joven y, en concreto, muy protector, como un señor mayor. Mi familia me comenta que los estoy malcriando por protegerles tanto, pero es que es mi forma de ser. En el programa han sido mis mayores fans y se lo han tomado como un juego y, cuando hice de Beyoncé, les hizo mucha gracia porque les recordaba al programa de Rupaul, que de vez en cuando hemos seguido en Netflix.
“No me importaría volver al mercadillo sino fuera por la crueldad de la gente, que luego dice cosas tipo “Mira éste donde ha acabado”
-Muchas artistas, en femenino, han denunciado situaciones de abusos de poder a cambio de favorecerles sus carreras… ¿Te has encontrado tú algo de esto en tu camino?
-De forma directa, no, lo que no significa que no sepa que está por ahí. Supongo que las chicas han sido más vulnerables y están más expuestas en este sentido.
-¿Dónde están los límites para ti? Porque, contar de ti, no te gusta mucho…
-Es que lo que tiene que interesar de mí es mi música. Con quién me acuesto o me levanto o a dónde voy o no, forma parte de ti y, en el momento en el que vendes eso, te vuelves su esclavo. Mis límites están en mi cabeza, que me avisa, y creo que tengo talento suficiente como para no tener que tirar de nada más.
-¿Tu raza te ha pesado, por prejuicios o costumbres que te hayan limitado?
-La cultura gitana siempre ha sido muy cerrado. Quince años, para mi pueblo, es mucho. Hoy día ves gitanos en Tik Tok o en redes y no pasa nada. Nunca he sentido discriminación por ser gitano, pero sí que el rechazo está ahí y me ha pasado de llamar para alquilar un piso y rechazarme, al llegar, cuando me han visto.
-Sé que te gustaría ir a “Masterchef” pero… ¿“Supervivientes”?
-No. No sé nadar y, encima, tengo aracnofobia. Nani Gaitán me dijo que allí hay arañas grandes y, si me las encontrara, me moriría. Aparte, aunque no sea un “reality” de los que sacan de todo tuyo, no es mi sitio.
-¿Y “Gran Hermano”?
-No, no. Es la boca del lobo… Y eso que me parece que es fácil convivir conmigo porque soy calmado y no me gusta discutir. Lo único que soy muy desordenado y, si no es tu madre, alguien podría matarme. Entro en el baño y soy como el demonio de Tasmania…