Contemplo con desagrado que en Televisión Española promocionan la nueva temporada de “Masterchef” con, sobre todo, el caso de un chico gay que está todo el rato protestando pero que, con su simpática personalidad, puede convertirse en uno de los ganchos del regreso de este programa. Igual que pasa en “Maestros de la costura”, que expulsó al rubio Eduardo para rescatarlo con posterioridad sabiendo que, por su carácter, es uno de los concursantes que más juego dan cara a la audiencia.
Y aunque me parece muy bien por ellos –si es su intención la de hacerse notar (y quedan contentos con la imagen que dan)-, estaría mucho más equilibrada la cosa si en la “parrilla” de la cadena pública nacional hubiera también homosexuales manifiestamente declarados conduciendo más espacios, no solo como “atracción de feria” (y perdón por el término, que entiendo pueda molestarles), porque resulten graciosos, ocurrentes o divertidos.
Igual pasa en Antena 3 (y el grupo de cadenas que conforman Atresmedia), donde hay que pensar dos veces para darte cuenta que, salvo tertulianos del corazón (y pocos), o, de nuevo, participantes en algún formato, se echa en falta un Jesús Vázquez, una Sandra Barneda o un Jorge Javier Vázquez que equilibre la balanza. Menos mal que, en este sentido, está Telecinco que, aunque también abuse del estereotipo del “mariquita”, lo cierto es que ha hecho mucho en este país para normalizar la sexualidad dentro de la sociedad.
Ojalá que algún día eso que se dice de que la discriminación homofóbica decrece fuera en consonancia con los hechos. Pero creo que la coherencia es demasiado pedir en mundo donde, la que reina, es la hipocresía.