Hoy es el 78 cumpleaños del rey Juan Carlos (por si acaso lo leyera, “felicidades, majestad”) aunque, en verdad, poco hay que celebrar porque, el panorama, no podía ser más triste. Lo que cambia la vida en poco tiempo, ¿verdad? De ser el salvador de España, de señalarse como el gran instigador del paso de la dictadura a la democracia, a convertirse en un personaje, hasta cierto punto, un poco molesto por encabezar a un pueblo que no reconoce a un monarca tachado de infiel a su esposa, de padre y suegro poco contundente y, en general, de persona demasiado entregada a la devoción ante esa obligación con la que, por cuna, le correspondía cumplir.
Y en el fondo, todos sabíamos –por la fama de los Borbones-, que mucho de esto había. Lo que pasa es que estábamos en otras cosas y lo dejamos pasar hasta que, lo que nos hacía hasta gracia, hoy día no nos hace ni pizca y, más bien, estamos ante ello deseando pasar página… Cosas que pasan…
Mientras, en el otro lado, Fran Rivera también ha cumplido años, 40 nada más y nada menos, organizando una fiesta en el Rocío, según tengo entendido, de las que no se olvidan. Un cambio de década importante que llega tras otra decisión tan decisiva como la de dar el “sí, quiero” a su esposa, Lourdes Montes, la cual parece haberle dado un esplendor del que, hasta ahora, el torero carecía. Desde fuera, todo se ve con otros ojos y la realidad se percibe mucho mejor y, a pesar de que haya sido feliz con otras parejas –que no soy yo quién para ponerlo en duda-, lo que en esta etapa irradia, es evidente que no existía.
Teníamos delante la realidad de la Casa Real y no la queríamos ver y Fran tuvo cerca de su círculo a su mujer pero, paradojas de la vida, no la había descubierto porque Dios esconde las cosas delante para que seamos nosotros las descubramos. Sigamos investigando. Lo mismo nos seguimos llevando sorpresas en este recién estrenado 2014…