La gallega actuará en FIBES el próximo domingo 30 de marzo para presentar su nuevo álbum, ‘Almas gemelas’, con melodías tan hermosas como su primer sencillo, ‘¿Por qué no vuelves amor?”. Recuperada de su enfermedad y con ilusión, Luz se sincera en exclusiva para nuestros lectores.

Ricardo Castillejo

Más de treinta años en la música no es poca cosa. Es más, se trata ése de un privilegio del que solo pueden presumir algunas grandes figuras como Luz Casal, gallega universal que, tras una nueva batalla ganada contra el cáncer, ha vuelto a la música con “Almas gemelas”, gran trabajo discográfico que pone una vez más sobre la mesa unas dotes como intérprete y autora capaces de conmover a todo aquel que tiene oportunidad de escuchar su obra. Poseedora de grandes premios como la Medalla de las Artes y las Letras de Francia o el Premio Nacional de las Músicas Actuales (2013), la intérprete se sincera para nuestros lectores en una entrevista que, mucho más ampliada, podrán también disfrutar en el próximo número impreso de la revista social de este periódico, “Sevilla Magazine”.

-¿Qué tal ha respondido el mercado ante su propuesta? Son los primeros temas nuevos que graba desde hace seis años…

-Bueno, en principio con cierto nerviosismo e incluso un poco si no de miedo sí de esa sensación ante lo inesperado. Dan por hecho que tienes mucha experiencia pero cada disco es un mundo, un momento social, unas tendencias. Puedes encajar, encajar menos o no encajar pero yo me siento bastante satisfecha. Cuando hice las canciones para Pedro Almodóvar, por ejemplo, pensaban que era una especie de suicidio y yo, en cada etapa, he tenido mis incertidumbres. Estos son 17 temas y me ha costado mucho hacerlos con lo que no me resulta mal que se asimilen poco a poco. Hay muchos detalles por sencillas que sean las melodías.

-Respecto a lo del “alma”… ¿Cree en ella?

-Sí. Si hay la posibilidad… ¿por qué cerrarte a ella? Como poco, lo pongo en duda. Tuve una educación en la que la religión era importante. Pasé tres años en un colegio de monjas y mi experiencia personal no ha intervenido en mi fe. Tengo valores que tienen que ver con las creencias de mis mayores. “Ama al prójimo como a ti mismo”… Si pusiéramos en práctica eso, solucionaríamos la mayoría de los problemas de la actualidad. Hay que abrir una ventana a lo físico, a lo emocional y a lo espiritual. Yo no sé si lo hago, no sé si doy las “gracias”, digo “te quiero” y pido “perdón” pero hay misterios que respeto. Intento ver más allá de lo que mis ojos cansados alcanzan.

-¿Es tan cantante como poetisa?

-Sería caer en el plato de la vanidad aceptar que soy poetisa. Lo único que hago son letras que reflejan más o menos pero, compararme a Machado o Cernuda, me daría vergüenza.

-Lo que sí sabrá, especialmente a raíz de su enfermedad, es cuánto se la quiere, ¿verdad?

-Nunca he tenido la sensación de que la gente estuviera en contra mía pero las evidencias de cariño y respeto me han bloqueado muchas veces. Cuando te dicen que eres como de su familia, me da un vuelco el corazón. Soy una privilegiada. Eso es una gran compensación y una gran responsabilidad también. Quieres estar pletórica y no defraudar.

Foto: Miguel Reveriego

-¿Es verdad que cambia la vida una situación como la que ha pasado?

-Yo no acepto que una enfermedad te transforme. Sí pasas unas situaciones fuertes, que provocan un estado de fragilidad inesperado para alguien que, como era mi caso, se ponía delante de una tormenta y salía victoriosa. Te pone los pies en el suelo y te vuelves más sensible. Soy capaz de ponerme en la piel del que sufre. Sé, en lo básico, cómo es cuando se dan circunstancias parecidas. Es como cantar al amor. Si no estás enamorada, puedes acercarte a la sensación pero no lanzarla con una verdad aplastante. La voz gana a casi todos los instrumentos en eso. Tiene tantos elementos que te convierte a ti misma en el instrumento.

-Hábleme del amor, de su manera de entender ese sentimiento…

-Es casi inabarcable, casi infinito. Tiene tantas formas… Y nunca hay que compararlo. El compañero o compañera varían a lo largo de la relación en sí y con otra persona. Cuando empecé a leer a Pedro Salinas pensaba… “Todo son poemas de amor”. Aunque fueras apasionada y con amores a millares, nunca llegarías a tener un conocimiento pleno del amor. Yo, como no lo veo, es en la tesitura de “sin ti no puedo vivir”…

-¿Desde qué perspectiva se contempla la vida pasados los cincuenta?

-Siempre he escuchado aquello de “lo de antes era mejor” pero no pienso que con veinte años los chavales estén confundidos o perdiendo el tiempo. La vida va rotando, en mi caso, con una realidad poco rutinaria. Somos un mundo complejo. Ahora tomar té era habitual pero hace quince años llegabas a un bar y, si lo pedías, pensaban: “Ésta, ¿de qué va?”.

-¿Se pierden ilusiones en el camino?

-¡Imposible! Sin ilusión, quédate en tu casa. Si no hay estímulo, no puedes dedicarte a una profesión que exige como ésta ni sacarías un disco. Quieres que te escuchen, que te vean en vivo… Es un elemento imprescindible. Cuando cuento cómo es una jornada normal mía, me doy cuenta que muchos lo encuentran exagerado y lo que no saben es que lo que digo es un diez o un veinte por ciento del total.

Foto: F.M. García