A sus 46 años no deja de sorprendernos y, si como cantante se ha labrado un camino que lo consolida en el terreno de la música, ahora probará también suerte como actor en “The Spanish Sting”, película que rodará en inglés y para la que se prepara concienzudamente. Manu Tenorio sigue de actualidad lanzando temas como “Encadenados”, como imagen de marcas que confían en su gancho ante el público y como personaje social del que siempre interesan las noticias sobre la que es una vida en equilibrio junto a su mujer, Silvia Casas, y su hijo, Pedro. En ellos ha encontrado el sevillano -que sigue la línea de intérpretes como Julio Iglesias o Raphael-, un oasis de paz donde poder recargar las pilas para afrontar una profesión llena de altibajos y luces y sombras a la que también dedica gran parte de su vida.
-Los cantantes melódicos parece que tienen menos espacio en el panorama musical actual… ¿Es quizás porque el amor ha pasado de moda?
-Es una película que va en función de la edad que tienes porque, si no, nos dirigiríamos a un caos tremendo. Los jóvenes disfrutan el momento y, si hacemos una comparación conmigo mismo, yo conocí con 34 años a la que, por ahora, es mi mujer (sonríe). Yo ya era un tío maduro cuando empezamos y ambos sabíamos lo que estábamos buscando.
-Ahora se habla de parejas a tres o incluso no existe tanta limitación en cuanto a la preferencia sexual…
-Puede ser. Si idealizamos el amor romántico le estamos poniendo una barrera. Hay más expresiones de ese sentimiento y sería interesante no limitarnos. Es lógico que vayamos evolucionando. De hecho, Homero, en la antigüedad, hablaba a sus concubinas y concubinos sin referirse expresamente a la homosexualidad. Cuando le ponemos nombre a las cosas etiquetamos y, para mí, es mejor ser flexible, respetar y tener buen corazón.
-¿Qué tal te llevas tú con tu lado femenino? ¿Reconoces en ti comportamientos o actitudes tradicionalmente más asociados a la mujer?
-Hombre, las labores del hogar prefiero que las haga la persona que trabaja en casa, aunque cocino más que mi esposa (risas). Lo que sí me emociono con bastante asiduidad y en absoluto me incomoda que la gente lo vea por aquello de ser “machito”. Aparte, en los últimos tiempos estoy más vulnerable. Cuando vas para mayor te emocionas con más naturalidad.
-Veinte años ya de “Operación Triunfo”… ¿Has reflexionado sobre ello?
-Es inevitable. Sobre todo llegas a la conclusión de que estás en un ecuador del camino, de mitad para arriba (risas). Me considero humilde y reconozco que he cometido errores, pero si sigo grabando discos, viviendo de esto y teniendo mi público, tan mal no lo habré hecho. Luego me miro al espejo y veo que conservo mi pelo, no tengo canas… Además, no podría haber encontrado una familia mejor. Silvia sigue queriendo estar conmigo, me levanto y cojo la guitarra y sigo sintiendo magia…
-¿Bajo qué sentir miras al Manu Tenorio de entonces?
-Me provoca mucha ternura. Sí me hubiera gustado animarlo más y empujarlo más hacia el futuro y por eso a mi hijo siempre procuro motivarlo. Que trabaje es innegociable, porque tiene que saber el valor de la constancia y del esfuerzo, pero hasta en lo que no hace muy bien, lo animo. Con los deportes no tiene muchas habilidades, por ejemplo, pero yo le digo que corre como una bala para que no coja miedo o reaccione de forma negativa… (risas).
-Te voy a proponer varios temas a ver sobre ellos qué has aprendido en estos veinte años… Empecemos por tu profesión…
-Que me apasiona. Si los conciertos tuvieran que quedarse en algo virtual entraría en un colapso con una sensación de vacío tremenda. El pulso de tu banda, y tener oportunidad de mirarte en los ojos de la gente mientras cantas, justifica todo el trabajo.
-¿Del triunfo?
-Que todo es relativo. Esos conceptos están idealizados. Puedes llenar un Estadio Olímpico o una Plaza de Toros y acostarte y levantarte solo. Si nos dejamos llevar por los estereotipos, la felicidad es una fantasía para que nos vendan publicidad.
-¿Y del amor?
-Es el pistón del mundo, el leit motiv de todo, lo que mueve al ser humano y hasta a los propios animales. Con el dinero compras y vendes y consumes, pero si no tienes donde apoyarte a nivel amoroso te conviertes en una Onassis… Respecto a la pareja he descubierto mucho: la complicidad, cómo los momentos duros son una prueba… He tenido la suerte de encontrar una persona con la que estoy a gusto y ella a gusto conmigo, pero nadie garantiza que eso es vitalicio. Lo que sí antes te divorciabas y ni te mirabas y hoy hay otro tipo de familias en las que hasta existen vínculos sin tener que llevarte las manos a la cabeza.
-¿De ti mismo cuál ha sido la enseñanza?
-Buena pregunta… Que la perseverancia y el esfuerzo siempre me han llevado por una buena dirección.
-¿Cómo te proyectas en dos décadas?
-Si puedo cantar con dignidad… Lamentablemente tengo un umbral del ridículo muy fino pero, si pudiera seguir, no estaría mal. Vivimos dando por hecho que el café de por la mañana va a estar ahí pero, ¿quién nos iba a decir que nos iban a mandar una pandemia?
-O el accidente de Alex, ¿no?
-Un varapalo increíble. Nos pilló de repente… Era un tío efervescente, con mucha energía, vitalista… Lo iluminaba todo y ha sido una pérdida incalculable.
-¿Cómo te gustaría a ti ser recordado?
-Con cariño y con alegría. Y como un artista que hacía productos con dignidad y categoría… Y si lográsemos que en mi tierra me quisieran y me admirasen, sería un plus.