Sevilla Magazine

Embajador del evento de Vasco Joyeros y PANDORA, donde se presenta la nueva colección de verano 2013, Manuel Lombo se sincera para “Sevilla Magazine” sobre un momento profesional inmejorable

Ricardo Castillejo

Está teniendo el mejor verano de su carrera profesional tanto en lo que respecta a las galas de “Azabache”, junto a Pastora Soler, Diana Navarro y Pasión Vega, como en lo que a sus propios conciertos se refiere. Aún así, Manuel Lombo tiene tiempo para disfrutar de algunos días de vacaciones junto a familia y amigos, pilares fundamentales en la vida de este artista que, poco a poco, se ha ganado un lugar con nombre propio en nuestro actual panorama musical. Más allá, el sevillano ha sido elegido como padrino para un evento de la joyería Pandora donde, hoy y mañana, presentará la nueva colección de la firma en las localidades malagueñas de El Rincón de la Victoria y Torre del Mar.

-¿Cómo ha sido implicarse en esta acción?

-Bueno, conocía la marca porque tengo de ella una pulsera en cuero con un angelito que me regalaron y de la que no me separo nunca. Además, hay una parte solidaria en todo esto porque, aprovechando la cita de Pandora, se van a vender unas pulseras con oro y piedras semipreciosas, a un precio estupendo de entre 12 y 15 euros, de las que se destinarán parte de los beneficios para el comedor de San Juan de Acre, en Sevilla, con el que colaboro todas las semanas.

Algunas de las joyas que apadrina Manuel Lombo

-Debe ser ésa una experiencia dura…

-La verdad es que el primer día te causa impresión pero, poco a poco, se vuelven personas conocidas. Incluso tengo algún admirador que me conoce y con el que hablo de música (risas). Siempre he apoyado a causas como la de Nuevo Futuro o Tierra de Hombres pero quería algo con continuidad y encontré esta labor con la que estoy encantado.

-¿Se considera una persona privilegiada?

-Absolutamente. Por eso considero que tengo la obligación de ayudar a los demás. Eso es algo en lo que me insistía mucho mi madrina, Cristina Heeren.

-En el otro extremo están las joyas… ¿Qué tal con ellas? ¿Le gustan?

-Soy coleccionista de gemelos. Me encanta ir incorporando piezas nuevas, engarzarlas con piedras diferentes…

-¿Quiénes son sus joyas más preciadas?

-¡Uf! ¡Un montón! Cristina Heeren, mi familia, mis amigos… Tengo muchas…

-¿Y su profesión?

-Significa mucho pero, en mi escala de valores, no es lo primero. Al fin y al cabo, es eso, trabajo. Si no cantara, me tendría que dedicar a otra cosa.

-Nos queda hablar de amor…

-El amor está ahí, claro (risas). Lo que pasa es que está en uno mismo. “Mi amor es mío y, como es mío, conmigo queda”, dice un tema de Bambino.

-Marilyn decía que, los mejores amigos de una chica, son los diamantes… ¿De un chico también?

-Yo no tengo ese tipo de ambición desde luego. Hay quien sí es así y se vende por lo que sea pero… ¡qué fuerte! Eso sería frivolizando…

-¿Cuál es la clave para conquistarle entonces?

-Me gusta la gente muy transparente, que no me cueste conocer y que sea natural. Si no es así, me echa para atrás.

-El verano es propicio para enamorarse… ¿Se le presenta bien?

-Con muchos compromisos laborales (risas). He superado los treinta conciertos y, aparte, iré de viaje a Estados Unidos a descansar. Me gusta la playa aunque me resulta pesado lo de tomar el sol. Prefiero las cartas, jugar… Y luego seguir mi rutina: gimnasio, clases de canto…

-¿Qué ha supuesto “Azabache” para su carrera?

-Mucho. Ha sido lo más, una oportunidad única con la que he llegado a sitios que, de otra manera, lo mismo no me hubieran visto y que, por separado (como el Teatro Real de Madrid) también nos hubiera costado. Soy de los cuatro el menos conocido y, antes, fui admirador de mis tres compañeras. ¡Imagínate lo que hoy supone compartir escenario con ellas! Pastora Soler suele decir que fui su primer “fan”…