El artista, de 32 años, acaba de visitar la Capilla Sixtina por tercera vez, teniendo allí el privilegio de poder estudiar, a solas, la universal obra del genio de la historia del Arte.
Por Ricardo Castillejo
Nacido en Sevilla en 1988, Manuel Peña Suárez accede a la Escuela de Artes y Oficios de nuestra ciudad en 2006, fecha que marca el inicio de un camino profesional que le ha dado satisfacciones tan importantes como las de hacer numerosos carteles sacros y festivos -como el de la Navidad sevillana de 2017-, o exponer en la mismísima Roma, a la que también está bastante unido desde que recibió una beca Erasmus y comenzó a exponer, en 2016, en la Accademi di Belli Arti.
Artista amante del hiperrealismo ligado al estilo barroco, con fondos barrocos y muy ricos en ornamentos, Manuel se acerca ahora al Renacimiento, razón por la que ha acudido en tres ocasiones a la Capilla Sixtina, donde -la última vez hace pocos días- ha tenido, a puerta cerrada, la oportunidad de aprender de la obra de uno de los más grandes referentes de la historia del Arte: Miguel Ángel. Un escenario al que accede cuando los visitantes han acabado sus visitas y que le ha permitido empaparse de toda la magia del universo de un genio que dejó para la historia un amplio legado tanto en la pintura como en la escultura, perteneciéndole piezas tan definitivas como la estatua de “David”.
Por su parte, nuestro paisano ha rescatado el temple al huevo de pigmentos naturales sobre láminas de oro –“estofado”-, técnica que dejó de usarse a finales del siglo XVI y que le ha abierto interesantes caminos en su trayectoria. Grandes nombres como Rafael o Fra Angélico figuran entre los referentes de un amante, sobre todo, del arte religioso, para el que uno de sus últimos encargos han sido precisamente los estofados del nuevo paso del Cachorro. Eso no significa que este joven no practique otras modalidades y estilos, teniendo un abanico bastante diversificado gracias al que no deja de cosechar éxitos y buenas críticas que le auguran un futuro más que prometedor. Tan grandes maestros solo pueden dar igualmente grandes alumnos.
