La artista, casada con el torero Esaú Fernández, se acerca con su disco “Ranchera Flamenca”, por vez primera, a las rancheras, versionando éxitos mexicanos bajo palos del flamenco dentro de un estilo que siempre han tocado mujeres fuertes y empoderadas
Iba para abogada pero, la música, pesó más. María Toledo está acostumbrada, desde el principio de su carrera, a romper moldes, siendo la primera y más famosa pianista flamenca con hitos como el de haber sido nominada, por varias ocasiones, a los Grammy Latinos. Casada con el torero Esaú Fernández, en ella vuelve a repetirse el mito de la cantaora y el torero, unión con la que ha encontrado la plenitud amorosa y de la que también nos habla en una entrevista marcada por la presentación de “Ranchera Flamenca”, álbum de rancheras en el que encontramos versiones de éxitos de Juan Gabriel o Rocío Dúrcal revisados bajo diversos palos del cante jondo. Todo un reto que solo alguien como nuestra protagonista podía asumir como productora independiente que, desde esta grabación, empieza a ser…
-¿Has pagado algún precio por ser una mujer con una personalidad tan fuerte como la tuya?
-Hombre… No sé si he pagado un precio, pero sí que no me han engañado. Nunca he tenido una desavenencia con algún mánager que me haya dejado a deber dinero o con el que haya tenido algo extraño. Siempre he sido muy independiente y he creído en equipos que trabajan a una. Hay que estar, aunque no se llegue y, si en un programa, por ejemplo, no te quieren, pasas al siguiente.
-Pasamos una etapa de empoderamiento femenino… ¿Cómo llevas, en este sentido, estar casada con un torero?
-Yo no soy la típica mujer suave y blandita ni mucho menos sumisa. No me callo, aunque me pongo en el lugar de quienes son más tímidas y les cuesta manifestarse. En el videoclip de “El rey” enterramos libros machistas como esos donde aparece la “ley sálica”, que impedía que las mujeres pudieran reinar. Tampoco es necesario destruir a un hombre para defender a una mujer, que es lo que está sucediendo en la actualidad.
-¿Has tenido que reeducar a tu marido en algo?
-Día a día. Y él a mí. Antes era más dócil y, con la confianza, se me está subiendo un poquito (risas). Es un hombre con carácter, pero yo también lo tengo y, en ocasiones, hasta más… El otro día le decía que a mí me da igual lo que sea, torero o albañil. Formamos un equipo y, como en todos los equipos, hay momentos mejores y peores. No es como el Instagram, donde -hasta en el mío propio-, parece todo ideal. Ves una foto en un yate y te imaginas una vida de ricos y, al menos en mi caso, la realidad es que luego lo único que hago es picar piedra… Estoy contenta, pero debes tener un matrimonio libre. Si no, es mejor dejar volar…
“Si tuviera un hijo gay le apoyaría como a nada en el mundo. Para mí es una cuestión ya hasta antigua… Mi mejor amigo del colegio era gay y a nadie se le ocurrió ni tocarle un pelo y, con mi niño, sucedería igual”
-¿Y la maternidad?
-No llega. Se busca, pero está costando. Si lo llego a saber hubiera empezado con veinte años, pero tampoco había tenido una persona como Esaú, con la que espero tener hijos si Dios quiere. Él muere con los niños también…
-Acabamos de celebrar el Día del Orgullo Gay, con el lamentable asesinato de Samuel… ¿Cómo te tomarías tú un hijo homosexual?
-Le apoyaría como a nada en el mundo. Para mí es una cuestión ya hasta antigua… Mi mejor amigo del colegio era gay y a nadie se le ocurrió ni tocarle un pelo y, con mi hijo, sucedería igual… ¡Que nadie se atreviese con él!
“La pandemia me ha hecho ver que no somos nadie ni controlamos nada. Además, hemos comprobado cuáles son los oficios de veras importantes, que no son ni cantantes ni toreros, sino cajera de supermercado o enfermeras, que antes no se valoraban tanto”
-Últimamente no se deja de hablar del caso de Rocío Carrasco… ¿Cuál es tu reflexión al respecto?
-Bueno, solo conozco lo que nos cuentan en la tele, pero conocí a esa niña cuando se hizo el último especial de Rocío Jurado, “Rocío Siempre”, que organizó Fidel y donde yo hacía los coros. Para mí siempre estará bendecida porque cumplí mi sueño de cantar junto a su madre, pero no sé, en esa situación, cómo haría. Lo mismo me creo la más fuerte del mundo y luego no es así… Sí que apoyo a cualquier mujer u hombre maltratado. Los juzgados son los que deben hablar, aunque los jueces sean los que determinen en función de su interpretación de la ley.
-Volviendo a tu disco, los mexicanos tienen una cultura de la muerte muy especial…
-Afortunadamente no he sufrido nunca una cercana. Mi abuela materna falleció con 42 años y no la conocí. Quizás por eso veo a la muerte lejos, aunque mis padres sean mayores y eso me haga plantearme un poco el tema. Me gusta el punto mexicano, donde hasta la celebran. Algo tendrá que ninguno vuelve, con lo que lo mismo no es tan mala (sonríe)…
-Con la pandemia nos hemos planteado mucho al respecto… ¿Te ha cambiado en algo?
-Me ha hecho ver que no somos nadie ni controlamos nada. Nos creemos supermodernos con los ordenadores pero, ¿cuánta gente participó para hacer la Giralda? Eso hoy día no se consigue… Además, hemos comprobado cuáles son los oficios de veras importantes, que no son ni cantantes ni toreros, sino cajera de supermercado o enfermeras, que antes no se valoraban tanto. Y otra cosa es apreciar el tiempo, el aquí y el ahora. Nos llevamos media vida ahorrando para qué, ¿para cuando tengamos ochenta? ¡Que nos quiten lo bailao!