De su afición por la música latina nace “Capricho”, quinto trabajo de Marina Heredia y una grabación donde el bolero, el tango, la ranchera, la bulería y la rumba se dan la mano en la garganta de esta granadina que hoy conocemos mucho más en profundidad
Casada desde 2002 con el torero Pedro Pérez “Chicote”, Marina Heredia es una gitana poco al uso y, a la vez, una de las voces femeninas del flamenco más aclamadas y respetadas. Sin embargo, nada para ella como su familia, espacio donde reconoce sentirse realmente dichosa y donde encuentra el equilibrio ante una difícil profesión que también le ha dado grandes satisfacciones como el Premio Giraldillo al Cante de la Bienal de Flamenco de Sevilla, el reconocimiento al Mejor Disco de Cante Flamenco otorgado por la Crítica Nacional de Flamenco o, en la actualidad, poder sacar al mercado su álbum, “Capricho”. Hija del cantaor Jaime “El Parrón”, Marina tiene dos hijos, de 18 y 7 años, a
los que dedica gran parte de sus atenciones educándolos bajo las premisas de la libertad y el respeto.
-Eres una flamenca muy flamenca en un momento en el que, frente al purismo, cada
vez gana más peso la rama de las mezclas, ¿no?
-Yo pienso que no tienen por qué existir dos ramas. Es cuestión de lo que te vaya apeteciendo arriesgar en cada momento, aunque la pureza flamenca, en mi caso, siempre está.
-¿Te afectan las críticas tan exacerbadas que se suelen hacer en tu sector?
-Hace mucho que dejaron de afectarme, tanto las buenas como las malas. A las doce de la noche se acaba la crítica y, al día siguiente a las ocho de la mañana, toca ponerse a currar otra vez, siempre y cuando estés contento con lo que estás haciendo. Claro que en parte es buena la estrictez que existe en el análisis flamenco porque así guardamos las bases para que no se pierdan ni se diluyan. Con lo que no estoy de acuerdo es con que se intente obligar a nadie a estar solo en ese territorio…
-En tus fotografías de “Capricho” homenajeas en cierta forma a figuras que te gustan como Whitney Houston o Jennifer López… ¿Eres tú una diva del flamenco como lo son ellas en sus ámbitos?
-No lo sé… No vivo como una diva, pero sí me gusta mucho cuidar mucho la puesta en escena sobre el escenario. El artista debe serlo y parecerlo también porque, por nuestra profesión, nos podemos permitir determinados lujos a los que otra gente no tiene el mismo acceso.
-¿La voz es lo más importante en un intérprete?
-No, pero si cantas debes tenerla y afinar. Para mí, en la actualidad, “la voz” es Mónica Naranjo mientras, de las clásicas, me quedo con Rocío Jurado.
-Actualmente se abusa mucho del autotune…
-Es que esas músicas no las escucho. Si alguien me provoca pellizco en el estómago, algo tiene. Lo que no me gustan son los productos que se hacen como churros, esos que no sabes ni a quién estás oyendo…
-¿Hay lugar en el mercado para figuras serias y prestigiosas como tú?
-Nosotros tenemos un camino y un espacio en el que, yo al menos, me siento realizada. Nunca he sido muy ambiciosa. Prefiero ser feliz y libre que trabajar más o menos o estar en sitios más o menos grandes. Lo bueno permanece y siempre termina aflorando.
-¿Te has desenvuelto bien en tu faceta como madre?
-Es la más difícil pero la que más me gusta. Con hijos las prioridades cambian, si bien eso lo tenía claro antes de tenerlos. Soy feliz cantando, pero soy más feliz en mi casa. A ellos les enseño mis procesos de creación y al mayor, por ejemplo, le pido consejo para las redes sociales, donde me desenvuelvo peor. En cuanto al grande, cantar no va a cantar, pero es alguien muy sensible y el pequeño es muy musical, aunque no sé por dónde tirará. Intentaré fomentarle la música, pero ya se verá. Eso sí, si decide dar el paso le aconsejaré que no tenga prisa, que sea libre artísticamente y que se prepare muy bien, porque yo sí echo de menos haber tenido una formación más completa, no solo la que he heredado.
“Aunque soy gitana y flamenca nunca he tenido ningún problema con determinado tipo de actitudes (…) Con mi carácter, no creo que me pudieran amoldar ni acepto nada de maltrato o sometimiento”
-Te encanta cocinar e hiciste un curso de diseño de alta costura y tú misma creas tu propio vestuario… ¿Te seduciría participar en televisión en un “Masterchef”, un “Maestros de la costura” o un “Tu cara me suena”?
-Um… Creo que “Masterchef”… Lo que pasa que tendría que morderme mucho la lengua porque soy muy mal hablada (risas). Soy Aries y tengo mucho carácter y si no, pregúntale a mi marido por la mañana, que recién levantada me tiene que poner el café por debajo de la puerta (risas)…
-Pues pareces una mujer muy serena…
-Lo soy porque mi vida, gracias a Dios, es muy serena pero, cuando se me sube la ceja… (risas). Tengo 41 años y de momento la edad no me ha quitado nada importante. En todo caso me ha dado la sabiduría para afrontar las cosas, para comportarme, entender más al personal que tienes alrededor…
-Actualmente las chicas están muy empoderadas… ¿Cuál es tu reflexión al respecto?
-Es buena. Aunque soy gitana y flamenca nunca he tenido ningún problema con determinado tipo de actitudes. Mi abuela fue cantaora y ni siquiera pudo empezar su camino artístico pues se casó, tuvo niños y se quedó en casa como la mayoría de las mujeres de su generación. Mi padre es gitano pero mi madre no y he tenido la suerte de tener esa mezcla de mundos y, con mi carácter, no creo que me pudieran amoldar ni acepto nada de maltrato o sometimiento.
-¿Les llevas a tus niños esa misma enseñanza?
-Siempre peleo con ellos cuando hay alguna situación comprometida. Incluso mi marido, Pedro, no era consciente, cuando empezamos, de que era machista. Es la educación que había pero, a base de charlar y discutir, ya no tengo que corregirle nada.
-Aludiendo al título de tu álbum, ¿eres caprichosa?
-Depende… Con los zapatos, sí. Luego, en grandes lujos, no. El último capricho que me ha dado ha sido mi disco, donde he hecho proyectos con los que soñaba hace mucho, como grabar un tema de amor maravilloso con una orquesta como la Sinfónica de Alicante.
-Al final, ¿has superado tus expectativas en tu trayectoria?
-Sigo teniendo ambiciones. Y ha habido espinitas que no me he podido quitar, como las de no poderle cantarle a Paco o conocer a Lola…