El holandés, a sus 46 años, sigue siendo uno de los “tops” masculinos más solicitados del mundo de la moda, tal y como acaba de demostrar convirtiéndose en imagen de Ginger 43, la nueva bebida de la firma Licor 43 que ha presentado en una lujosa “suite” de un hotel madrileño
Aunque estuvo casado con Esther Cañadas solo durante un año (de 1999 a 2000), sus vínculos con España no se han roto nunca. De hecho, Mark Vanderloo vive en Ibiza, donde se encuentra establecido junto a su actual esposa, la también modelo Robine Tanya Van Deer, con la que tiene dos hijos, Enma Paula, de diez años, y Mark, de ocho. Desde el paraíso balear, el holandés viaja a cualquier parte del mundo de donde se le reclame pues, según confiesa, no tiene intención, mientras le sigan llamando, de abandonar su profesión (en la que puede presumir de ser el referente masculino más longevo). Convertido en un maduro atractivo, este licenciado en historia de 1,88 de altura ha querido dedicarnos parte de una tarde de su tiempo para que podamos, en las distancias cortas, conocerlo mucho mejor.
-¿Por qué le gusta tanto nuestro país?
-No lo sé pero es así desde siempre. Me encanta España y, en general, el sur de Europa. Supongo que me gusta estar cerca de gente divertida. Tengo mi casa en Ibiza pero también me muevo, por ejemplo, por Andorra, ya que tengo a mi hijo en la escuela profesional de esquí. Desde el 91/92 cambié de país cada cuatro años pero en las Baleares encontré el paraíso. Son como el caribe pero aquí. Hay una comida buena, la playa, una cultura que adoro…
-¿Quién le enseñó a hablar español? Se desenvuelve con bastante soltura…
-Soy autodidacta. Lo que solía usar era el inglés pero, poco a poco, de escuchar y estar atento, me fui quedando con vuestro idioma… sin ir a ninguna escuela, ¿eh? (risas).
-Y hoy promocionando esta bebida… ¿Qué suele pedir usted si sale?
-Algo fresco. Muchas veces me decanto por un vino y, en ocasiones, por cerveza. Lo que pasa es que la cerveza va directamente a la cabeza… y a la guardia civil (risas). “Ginger 43” está muy bien porque es muy fresca y tiene un toque de limón que me agrada. Un cóctel es lo mejor.
-Pero dicen que está más orientada al público femenino, ¿no?
-Bueno, entonces será que, posiblemente, tengo genes de mujer (risas).
-¿Es de lo que piensan que ellas son indescifrables?
-Sí. Cada una es más difícil de entender que la otra (risas). No tengo ni un amigo que entienda a su esposa. De hecho, si conoces a una que sea como un libro abierto, te la regalo (risas). Está claro que somos diferentes…
-¿Ha seducido más o le han seducido?
-Yo fallo siempre. No tengo armas para seducir. Además, si tienes algo programado es mucho más complicado. Lo que sí te digo es que, mientras la persona haya vivido más, es más fácil (porque tienen menos tonterías). Otra solución es que estén un poco borrachas (risas)… Hablando en serio, yo he seducido más. ¡Pero solo he tenido dos mujeres en mi vida y me he casado con las dos! (risas).
-No le creo…
-Ya… No puedo confesarte algo distinto… Ellas son más listas que nosotros. Lo planean todo muy bien. Nosotros somos más burros.
-Ha mencionado a sus esposas… La primera fue Esther Cañadas y, últimamente, se especula por su gordura sobre cómo está de salud… ¿Sabe algo?
-Nada. Apenas he tenido contacto con ella en dos años. He cambiado mi número de teléfono y es probable que no lo tenga. Lo de tener unos kilos de más le puede pasar a cualquiera.
-Y como padre, ¿qué tal se desenvuelve?
-Muy tranquilamente. Robine y yo vamos a una. Los dos reñimos por igual y compartimos su educación.
-Tiene 46 años… ¿Le condiciona la edad?
-¡Qué va! Se trata de disfrutar las cosas y, si es así, todo va bien. Yo me cuido mucho y no pienso en retirarme ni en parar. Mientras menos le des vueltas al tema, mejor. Aún así, tampoco me obsesiono. Si salen proyectos que merezcan la pena los cojo y, si no, no pasa nada.
-¿Se ha sentido a lo largo de su carrera “hombre objeto”?
-No, jamás. Nunca (risas).
-Pero a las chicas les llama la atención su físico…
-¡Uf! ¡Ni idea! (risas). Entiendo que sí pero, si no hay un resorte que se mueva, el físico no vale para nada. Es mucho más interesante poder charlar… Yo soy como un pescado. En ocasiones me encuentras dentro del mar y, otras veces, en tierra…
