Con “De un mundo raro. Cantes por Chavela” la artista andaluza pone en sus labios un repertorio que, según dice, parece escrito para ella misma
Josan Muñoz (@josan_ms)
Incapaz de definir a Chavela Vargas en pocas palabras, recuerda a la desaparecida artista mexicana como la que mayor huella ha dejado en una carrera que empezó hace ahora treinta años. Por eso Martirio ha querido homenajear a la “chamana” con un disco titulado “De un mundo raro” donde junto a su hijo, el guitarrista Raul Rodríguez, presentan unas versiones en las que muestra desnuda de artificios a esa mujer sensible y especial que se esconde bajo una peineta e inconfundibles gafas de sol. Amante de la poesía y de la investigación en su forma de cantar, Maribel Quiñones –su auténtico nombre- sigue sorprendiendo con cada trabajo y entrando fuerte en las listas de ventas, como ha ocurrido con este álbum que podremos escuchar en directo el próximo 16 de noviembre en el Centro Cultural Cajasol.
-¿Qué tenía Chavela?
-Imán, personalidad, libertad, un corazón valiente, falta de artificio ni purpurina, verdad absoluta, compromiso con su vocación, sentido del humor…Podría llenar un cuaderno con adjetivos positivos. Es la artista que más me ha impresionado y, sobre todo, que más he escuchado, aunque hay muchas mujeres que están en mi voz. Ella enseñaba sin dar lecciones y aprendías con solo estar a su lado.
-Cumple treinta años sobre los escenarios… ¿Qué le queda por aprender?
-Tengo la suerte de tener la idea de que no he llegado a ningún sitio. Siempre creo que estoy empezando y poseo la voluntad de seguir buscando, por eso conecto con públicos tan diferentes. De Chavela aprendí a coger un repertorio que parece escrito para mí. No sé poner en mi boca experiencias que no haya vivido o sentido, y eso es importante porque, por ejemplo, según como se diga “amor” hay un abanico muy amplio de sentires diferentes.
-En su última actuación en Sevilla, este verano, conectó, como acaba de comentar, con un público muy diverso…
-Lo del “Nocturama” fue de las cosas más hermosas que he vivido. Me reencontré conmigo y con sensaciones de hace treinta años. Fui muy feliz. Reí y también lloré. No es broma que la gente por primera vez cantó conmigo mis temas, parecía Alejandro Sanz dándome un baño de masas (risas).
-Porque a usted, ¿cómo le gustaría que la recordaran?
-Como una mujer incansablemente investigadora, comprometida con la vocación y como campeona de persona humana. Siempre he pensado que había algo más y a veces he ido contracorriente, a machetazos, y ha sido duro, pero me ha tocado así. Me alegro cuando dejo huellas porque yo también he seguido otras. Falta de ego, aunque el artista debe tenerlo para subir al escenario y que no le venza la timidez. No soporto a los artistas que se creen más que otras personas porque sin el resto no seríamos nada.
-El disco lo ha grabado con su hijo, el guitarrista Raúl Rodríguez… ¿Lo más importante de su vida?
-Sin duda, de la de Maribel y de la de Martirio. Abajo del escenario y arriba. Siento verdadera admiración por él y da seguridad a todos los artistas a los que acompaña porque trabaja desde la honradez absoluta. Raúl también adoraba a Chavela y quería hacerle este homenaje desnudo y sin nudos.
-¿El mundo es raro o los ramos somos nosotros?
-Lo somos los que creemos en la magia, la energía, los afectos y la “buenagenteidad”. Somos pocos, pero cada vez más, los que pensamos aún que hay que ser antes que tener y que se puede llegar sin trepar. Una mujer pequeñita como Chavela se colocaba el jorongo y se convertía en una “superwoman”.
-¿En qué fallan los otros?
-En la poca reflexión, el adoctrinamiento, el sometimiento y un embrutecimiento intencionado. A los que mandan solo les interesan los ciudadanos conformistas que se dejan llevar por ideales materiales y hacen todo lo posible para que esos sean mayoría.
-¿Ha pensado eso de “Quisiera amarte menos”?
-No. Cuando ha pasado he cortado. Nunca me hice adicta a un amor que no me haga feliz. Prefiero estar sola y construirme para llegar a un amor sincero, también “eroticofestivo”, pero desde la lealtad. El rencor engancha más que el amor y te vacía de cosas buenas. Si tu pareja no te hace crecer, no te hace feliz y lo único que queda es una obsesión y un sentimiento de victimismo. Sin embargo, si creo que, dejando un tiempo por medio, se pueda cambiar y haber segundas oportunidades.
-¿Es “llorona”?
-No, pero tengo los grifos abiertos (risas). A veces hay que dejar escapar lágrimas de limpieza y eso ocurría mucho al público en los conciertos de Chavela. Lloro con las injusticias y también a veces cantando cuando veo conexión conmigo y entiendo que mi vida sirve para algo, que transmito sentimientos. Eso me estremece.
-Y ahora algo que parece un sentimiento negativo… ¿Melancólica?
-En cierto modo si. Soy una “cachonda” y busco la risa en cualquier situación para divertirme con un grupo de amigos pero también soy solitaria. Necesito la soledad para recomponerme y cuestionarme sin echarle la culpa a nadie. Me veo todos los fallos en el espejo la primera y a veces necesito volver a sitios donde “amé la vida” para sentirme arropada.
-¿Cómo ha conseguido ser artista y ser tan sencilla?
-Hay muchas cosas que pensar, hacer y aprender como para perder el tiempo dando rienda suelta a tu ego. El que para de crear cosas está muerto, sea el campo que sea. Algunos se vuelven imbéciles cuando se dedican a esto, pero esos no son artistas. He hecho cuarenta colaboraciones con grandes y nunca me ha tocado uno así, todos han sido personas increíbles.