La cantante celebra mañana su 40 cumpleaños en un momento de plenitud y serenidad y tras el lanzamiento de un álbum, “4.0”, que resume sus dos décadas en la música a partir de la revisión de sus más exitosos temas y que la ha devuelto directamente al primer puesto en la lista oficial de ventas nacionales
La única “diva” que ha dado nuestro país en las últimas décadas se encuentra en su mejor momento personal, se le nota, y puede que también profesional. Una “todoterreno” que se ha demostrado a sí misma poder con todo poniéndose el “mundo por montera” e intentando hacer lo que le satisfacía en cada momento. Cantante, compositora, jurado en diferentes programas de talentos, presentadora e incluso cocinera, faceta en la que nos sorprendió una vez más el pasado invierno con un libro que, bajo el título de “Come y calla”, reunía, junto a anécdotas y vivencias, las recetas que han marcado su vida y sus viajes. Y es que, aunque muchos quieran catalogarla de sofisticada y oscura, ése no es más que el personaje creado por una persona que se define, y esto es lo que realmente le importa, como ama de casa, esposa enamorada de su marido, madre de un hijo adolescente, protectora de los animales y muy “cocinillas”. “No tengo nada que ver con Mónica sobre el escenario. Si fuera así estaría divorciada cincuenta veces y mi hijo no me hablaría. Ella es distante, fría, un animal escénico. Es como un papel en el cine”, comentaba la artista para el número de diciembre de nuestra revista, “Sevilla Magazine”.
Aún así, la intérprete ha querido volver a arriesgar regalando a sus incondicionales un álbum que no dejará a nadie indiferente y al cual, jugando con las cifras de su propio aniversario, ha decidido titular “4.0”. El primer trabajo completo desde que en 2008 publicara “Tarántula” y donde da una vuelta radical, electro-rock y más actual, a canciones que ha convertido en himnos como “Sobreviviré” o “Desátame”. Unos temas que marcaron su camino y focalizan las historias positivas y negativas de su biografía como “Europa”, con el que rompió su silencio de siete años tras una serie de tristes acontecimientos familiares que la sumieron en un largo período de autoexilio y replanteamiento vital. “Tenía 28 años y fue cuando aprendí a vivir. Llevaba una década sin parar, no estaba cómoda con la gente que me rodeaba, hacía un año o dos que había dejado a mi pareja… Pero no estaba depresiva ni nada eso. Simplemente estaba harta. Por eso anuncié que iba a dejarlo todo y se produjo una alarma generalizada. Pesaba 47 kilos y solo les importaba mi carrera… Lo mío ha sido una metamorfosis. He logrado que haya más pausa. Mis giras las manejo yo y, si hago una, quiero disfrutarla”, declaraba la artista para el citado suplemento de “El Correo de Andalucia”. Una afirmación que parece inimaginable al reencontrarnos con ella sobre escenarios como el del Auditorio Fibes donde, el 28 de junio, “la” Naranjo volverá a hacerse fuerte y casi invencible.
Hija de padres andaluces que emigraron a Cataluña, Mónica es la mayor de tres hermanos. Desde niña sintió que la música era su pasión y fue a los catorce cuando su madre decidió apuntarla a una escuela de canto y regalarle una grabadora de voz para que pudiera componer sus más tempranas melodías. Estos eran los primeros pasos de una carrera que, tras pasar desapercibida en España, arrancó en el país azteca hace ahora dos décadas con un disco homónimo en el que una chica de pelo bicolor, mitad rubio,
mitad moreno, puso a bailar a toda Latinoamérica. Con una inolvidable intervención en el programa “Sorpresa, Sorpresa” su país natal se rindió a sus pies y comenzó a idolatrar a una camaleónica “estrella” que ha vendido nueve millones de discos, cosechado importantes premios internacionales y protagonizado duetos con figuras de la talla de Pavarotti, Rocío Jurado o Mina, a la que dedicó su tercera grabación, dando un importante giro a todo lo que había hecho hasta entonces.
Si comparamos a aquella joven con la mujer de hoy comprobaremos que ni la llamada “Pantera de Figueres” ha podido escapar al efecto reformador del paso del tiempo que, en su caso, la ha transformado en alguien sereno, que sabe lo que quiere y lo que no y que crea desde su propia discográfica rechazando las presiones de la industria. Por eso se permite el lujo de combinar un trabajo actual que da alas a su alma rockera con una inminente ópera, “Lubna”, en fase final tras casi cinco años de esfuerzo y donde dará protagonismo a su contundente voz de mezzosoprano. Amor, una familia unida, triunfos laborales y salud… ¿Hay mejores regalos para celebrar un cumpleaños?