Con varias décadas a sus espaldas como artista de éxito, la conocida como la “Pantera de Figueras” se ha serenado y una buena prueba de ello ha sido el concierto que ha ofrecido en Sevilla como parte del ciclo que ofrece Icónica Fest. Ahí, el martes por la noche, Mónica Naranjo presentó, a piano y voz, un repertorio centrado en “Minage”, álbum que grabó en 2001 y que ha remasterizado recientemente incluyendo algún título más a los ya populares “Inmensidad”, “Ahora, Ahora”, “Siempre fuiste mío” o su mítico himno, “Sobreviviré”.
Una propuesta sencilla en la que la intérprete no hizo sino confirmar lo que ya sabemos: que es una de las mejores voces de la historia de nuestra música, con una soberbia técnica y con una potencia y tesitura vocal inimitable. Eso y que, frente a aquella Mónica de pelo bicolor y llamativo vestuario, la Mónica de hoy se ha convertido en una elegante mujer de 47 años, sobria en el vestir -utilizó tres trajes de chaqueta esmoquinados en blanco, negro y rojo-, y con el cabello recogido en una larguísima cola lisa con la que siempre va perfecta e impecable.
Lejos de aquellos conciertos en los que nuestra protagonista lo daba todo y más, “la” Naranjo ha aprendido a dosificarse e, igual que canta, también habla y hasta juega con sus espectadores haciendo que, la show-woman que lleva dentro -y que ha sacado a relucir en sus múltiples intervenciones televisivas-, esté tan presente en el espectáculo como la de la garganta sin límites. Y el público, encantado. Porque no todas las noches se tiene oportunidad de tener tan de cerca a una fiera que se deja acariciar por los múltiples aplausos que sonaron en la Plaza de España donde, a pesar de todo, el grito final de Mónica justo a medianoche, lo dejó claro: la auténtica reina de la selva es ella.