Jordi Sánchez, compositor e intérprete del veterano grupo de música electrónica, ofrecerá el viernes un concierto en la Sala Malandar donde no faltarán ni sus éxitos, ni los temas nuevos de “Revolution”

Ricardo Castillejo

Para el malagueño Jordi Sánchez seguir al pie del cañón, más de dos décadas después de haber comenzado su trayectoria musical, es un orgullo y una motivación para, si la vida lo permite, continuar otras dos décadas más… por lo menos. A sus 45 años, el integrante de esta formación volvió en septiembre al mercado con una aventura discográfica llamada “Revolution” con la que, sin apenas apoyo de los medios de comunicación –y después de un lustro sin presentar temas nuevos-, ha logrado situarse entre los diez trabajos más vendidos de la actualidad. Todo un motivo de orgullo para un profesional que posee en su trayectoria títulos, como “Historias de amor” o “El cielo no entiende”, que ya pertenecen a la memoria colectiva y que siguen vigentes hoy como siempre. De eso, y de una faceta personal como padre menos conocida, el artista ha querido reflexionar con nosotros coincidiendo con su visita a nuestra ciudad el viernes en la Sala Malandar.

-¿Cómo será su concierto de esta semana? ¿Tiene preparado algo especial?

-Bueno, sobre todo será muy emocionante porque Sevilla, con la Expo 92, nos vio nacer y ése es un recuerdo que siempre nos acompañará. Fue un momento importante cuando interpretamos “Historias de amor” en la inauguración.

-Desde entonces han cambiado muchas cosas…

-Sí. Los estilos, la tecnología, las personas, yo mismo… Veinte años es mucho tiempo pero tengo ganas de más, la misma pasión aunque adaptándote a la actualidad.

-¿La esencia de “OBK” permanece?

-Es que la esencia no se puede cambiar ni perder. Es uno mismo. Cuando tienes un don como el de la música, hay que saber mantenerlo. “Esencia” es palabra clave en nuestra historia: emoción a todos los niveles. En un tema debes captar el sentimiento en cuatro minutos.

-Y las cuestiones a las que se le canta, ¿evolucionan?

-Me parece que no. La vida siempre es buena y mala, hay dolor y felicidad. Eso es así por más siglos que pasen. Sentimientos, dudas, inseguridades… siempre nos van a perseguir. Es la misma historia con diferentes palabras. No hay más que lo que hay. Los sinsabores de la vida son un caldo de cultivo de un creador.

-¿Siente que la industria ha sido dura con ustedes?

-Más que dura, indiferente. Por eso creo que no hemos llegado a más públicos. Los medios se han hecho poco eco de nuestro trabajo y eso lo único que ha hecho ha sido motivarnos para esforzarnos más en que nuestros discos tuvieran éxito.

-Tampoco se han prodigado mucho más allá de los escenarios…

-Somos personas normales y corrientes con un sueño que se hizo realidad y nada más. Nunca hemos dado juego fuera del mensaje musical y eso no ha impedido que hayamos vendido más de dos millones de álbumes. Es raro, por ejemplo, que no se cuete con nosotros en festivales de música electrónica pero, vamos, no me quejo. Estoy contento con lo que la vida me ha dado. Es solo un análisis porque, a veces, la indiferencia, duele.

-¿Influye en eso el que se les haya catalogado de grupo para gays?

-Eso no es bueno ni malo. Que el colectivo homosexual nos haya acogido ha sido parte del éxito. Tener ese cariño, sin ser gays, es estupendo. Eso es dar imagen de normalidad. El nuestro es un mensaje universal para heteros, gays, góticos… Mientras más seamos, mejor.

-¿Es verdad que fue futbolista?

-(Risas) Más o menos. Amateur… De adolescente me gustaba mucho…

-Los deportistas son muy presumidos, ¿no?

-En mi caso, no. Lo que sí me preocupa, por las influencias que tenemos, es la estética. Estar a gusto y no disfrazarme. Soy como me ven.

-¿Cómo se hace para no quedarse atrás y convertirse en eso que dicen de un “carroza”?

-Teniendo ilusión todos los días. Vivir es soñar y yo siempre he sido muy soñador. “OBK” es mi vida, no un hobby. No cuento los años ni los discos, sino la ilusión.

-Tiene hijos… ¿Es “profeta” en su casa?

-Les gusta lo que hago pero también les gustan otros artistas. En la intimidad no soy “el de OBK”…