Mañana se celebrará el undécimo aniversario desde que el que fuera Príncipe de Asturias, Felipe de Borbón, y la periodista Letizia Ortiz, contrajeran matrimonio como sello eterno de su amor
Fue el 22 de mayo de 2004 cuando, ante más de 1200 invitados, Felipe de Borbón y Letizia Ortiz, se daban el “sí, quiero” en una celebración a la que asistieron representantes de 12 casas reales reinantes y otros 12 de casas reales no reinantes. Era la primera boda de Estado que se hacía en nuestro país desde hacía más de medio siglo y, por tanto, la expectación se respiraba en el ambiente desde mucho antes de que, a las 10.42 horas de aquella mañana, el cortejo saliera por la Puerta del Rey del madrileño Palacio Real. Posteriormente, a las 11.12 llegó la novia a la catedral precedida por los pajes y en un automóvil que tuvo que acercarla hasta el edificio debido a la intensa lluvia que caía en el exterior. Con traje de Manuel Pertegaz, blanco impoluto, la cola de 4 metros y medio estaba bordada con motivos heráldicos mientras que el manto nupcial, de forma triangular en color blanco marfil, fue un regalo del príncipe a su mujer.
Allí, con Rouco Varela como sacerdote, los prometidos pronunciaron unas palabras “mágicas” que unieron sus destinos para siempre ante un pueblo que, por televisión, pudo seguir el transcurso de esta histórica ceremonia. De hecho, según los datos de TVE, aquel fue el día de más audiencia de la televisión española alcanzando los más de 25 millones de personas que solo han sido superados por la final del Mundial de fútbol de 2010.
A partir de entonces empezaron a escribirse líneas y líneas que, muchas centradas en la figura de la princesa, no han dejado de analizarla preguntándose si estaba a la altura de tan importante cargo. Su papel, centrado en áreas de educación, innovación, nutrición y enfermedades raras (además de en entidades como la Asociación Española contra el Cáncer), casi ha pasado desapercibido al lado de sus cambios de “look”, mejoras estéticas y estilismos que en algunas ocasiones han convencido más que en otras. Y si bien la tensión en su rostro y en su actitud eran más que evidentes antes, desde que se convirtió en reina se ha relajado y es evidente que ha encontrado la paz que, por su alto nivel de autoexigencia, parecía haber perdido. Es más, son frecuentes sus salidas con amigas por el barrio de Malasaña cuando las muchas obligaciones profesionales que tiene se lo permiten…
Concluido el reinado de su padre, Juan Carlos I, Felipe fue proclamado rey el 19 de julio de 2014 y, con esto, Letizia se convertía en reina consorte, madre, además, de Leonor, princesa de Asturias que, en 2023, prestará juramento a la Constitución como ya hiciera su padre en 1986. Unos capítulos que aún están por escribir pero que, gracias al duro trabajo que están haciendo nuestros monarcas por limpiar la imagen de la Casa Real, es probable transcurran tal y como se espera. La pareja, unida ante cualquier adversidad, está concienciada de su labor y no desea, bajo ninguna circunstancia, decepcionar a su pueblo. Si lo consiguen, todos saldremos beneficiados.
