La guionista de “El Hormiguero” retrata el mundo de una treintañera en su segunda novela “No pasa nada. Y si pasa, se le saluda”

José Antonio Muñoz (@josan_ms)

A partir de una experiencia propia, la periodista Raquel Martos ha construido un relato lleno de humor y acertadas reflexiones sobre los tiempos que nos han tocado vivir. Carla, la protagonista de su segunda novela, pasará seis semanas de obligado silencio tras una operación para recuperar la voz. Todo un suplicio que se convierte en un ejercicio de descubrimiento personal donde salen a relucir sus esperanzas y miedos, la relación sentimental tóxica que mantiene o su precaria vida laboral. Un texto que llega tras el éxito de su anterior libro, “Los besos no se gastan”, y que confirman a Raquel como escritora, faceta que combina con sus trabajos en radio y televisión donde, entre otras cosas, es guionista de “El Hormiguero” programa en el que, durante unos años, fue además una de sus principales colaboradoras.

-¿Cree que malgastamos nuestro tiempo?          
-Pensamos que la vida es más larga de lo que realmente es. A mí me gusta medir el tiempo en momentos buenos, en afectos y en pasión, intentando no caer en el gran pecado occidental que es esperar a que llegue algo sin saber qué y sin disfrutar del camino. Se hacen muchas cosas que no se disfrutan cómo merecen porque siempre estamos expectantes creyendo que llegará algo mejor.

                                
-Carla, la protagonista, tiene problemas muy típicos hoy día…           
-Una pareja a la que intenta dejar de querer y un trabajo que le quita la vida. Muchos sufrimos adicción a estar ocupados. Sentarme un rato en el sofá da cargo me da conciencia y eso hace que no podamos dedicar un ratito a escucharnos a nosotros mismos. Yo no me aburro, no tengo ocasión. Necesito tiempo para perderlo.

           
-Mucha gente vive para trabajar…                      
-El trabajo es maravilloso siempre que puedas dedicarte a lo que quieres y no te haga sufrir, aunque si le pones pasión siempre se sufre.

-¿Es esta pasión el secreto del éxito de “El Hormiguero”?      
-Y un equipo de gente con mucho talento que hace cada programa como si fuera el último y el primero. Eso, más el trabajo y la pasión, son necesarios para alcanzar la excelencia. ¡Por eso llevamos ocho temporadas! Han pasado muchísimos personajes pero yo me quedo con Jamie Cullum o Hugh Jackman. Los más grandes son los más sencillos y es que los nuevos creen que si no se es un poco “divo” no se les respeta. El exceso de sencillez está muy castigado.

-¿Qué es lo que más le cabrea del momento en el que le ha tocado vivir?     
-La sensación de impunidad ante cosas muy graves y la sonrisa de los que cometen estos actos como pensando: “¿A qué da igual lo que hagamos?”. No entiendo que la gente aplauda a Messi el día que va a Hacienda por un supuesto fraude. Parece que el dinero público no nos corresponde, pero nos daríamos la vuelta rápidamente si lo que nos robaran fuera la cartera. No tenemos cultura democrática y los pícaros siguen teniendo cierto prestigio. Se está gestionando el país como si fuera un negocio.

-Aun así, ¿se puede buscar la risa en todo?         
-El humor es lo que nos salva. Hay que reírse de la vida (que bastante se ríe ella de nosotros). Cuando uno consigue mirar con una sonrisa a su propio dolor ya lleva mucho superado. Ser serio no es lo mismo que ser profundo y usar el humor no es igual a ser frívolo. Un drama elevado a la enésima potencia ya es cómico. “¡Dios mío! Es que todo tiene que ir tan mal…” Sólo se debe respetar aquello que moleste al de enfrente.

–¿Somos muy dramáticos en las relaciones personales?
-Yo no porque perdono demasiado bien. Soy muy pragmática. Si yo no te perdono cargo con tu mal rollo toda la vida y a lo mejor tú estás de “cañas” mientras yo estoy sufriendo por el feo que me hiciste. No hay agujeros negros en mi historia.

-¿Es tan feminista como dicen?    
-No soy militante pero sí luchadora activa porque la mujer ocupe el lugar que le corresponde. En este tema vende mucho el conflicto y cuesta matizar porque se castiga el matiz. Hay que ser del Sevilla o del Betis y si eres de uno no puedes decir que el otro juega bien.                            

-¿Quién es nuestro mayor enemigo?        
-Es el sistema, no los políticos. Creo que hay gente con vocación de servir a los demás y que, en parte, tenemos lo que nos merecemos. Los políticos no son una raza diferente que salen en documentales de “La 2”. ¿Qué haríamos nosotros en su lugar? No podemos castigarlos porque en el fondo somos cómplices.

-Reflexionemos sobre la familia…           
-Es tu primer pilar, significa protección. A veces la familia pesa mucho en tus decisiones y a lo mejor son personas muy diferentes a ti aunque existen vínculos muy fuertes que te unan a ellos. No tienes que querer a tu madre, padre o hermanos como obligación.

-¿Es tan importante el amor como creemos?     
-Es lo principal, lo es todo. Puede ser a un gato, un niño, un trabajo o una pareja, pero es necesario. La vida sin amor es un gran “truño”.

-¿Es creyente?         
-No, pero me cuesta pensar que todo esto que nos pasa, y que llamamos vida, llegará un día que te “desenchufen” y se acabó. No creo tampoco en la suerte pero sí en el esfuerzo y me gusta pensar que la gente que ha muerto en mi vida está cerca y me ayuda.