Acompañado de Mariano Silva Campallo, y Fernando García Conde, Richard Villalón reaparece esta noche en la Sala Omeya XXI para ofrecer un espectáculo donde podremos disfrutar del singular arte del que fuera un gran divo de la música en países como Perú entre las décadas de los setenta y los ochenta
Richard Villalón es peruano de nacimiento pero, después de haber vivido en más de once países, se considera “ciudadano del mundo”. Con una precoz carrera musical en América Latina, lleva más de veinte años en España alejado de los grandes circuitos musicales. Es profesor, escritor y también se ha dedicado al cine y hoy estrena “Canciones de amor para esta extraña guerra” que, en sus palabras, es un poco de “protección contra la crisis y todo lo que nos está afectando tanto”.
-Las mejores canciones de amor, ¿se escriben desde el desamor?
-Sí, generalmente la felicidad no es muy productiva, según los grandes compositores. Cuando te dejan entiendes lo que has perdido o entiendes la dimensión de la situación de estar enamorado.
-¿Es el amor lo que puede acabar con esta guerra que vivimos o se necesita algo más?
-El amor no sólo al físico o a tu pareja, también a tu país, a la sensación de libertad, a la igualdad… Yo creo que antes que la violencia debemos pararnos a pensar qué fue lo que cada uno hizo mal y, precisamente por ese amor a los demás, a la sociedad, podamos entre todos ayudarnos a salir. La gente que no tiene sentimiento por las cosas sólo piensa en sí misma y eso nos conduce al caos.
-Después de una pronta trayectoria con grandes éxitos se muda casi al anonimato a España… ¿Qué le motivó a venir?
-El amor precisamente. Vivo enamorado de un hombre hace 23 años, aquí me he casado y tenía que descansar de América, de un ritmo de 370 conciertos al año. Siempre he sido alguien que ha hecho las cosas como le ha parecido mejor, que nunca se ha traicionado, con muchas ganas de crecer y aquí he crecido mucho. En Sevilla he conocido la otra cara de la música y de la fama, que es el silencio y el anonimato. He aprendido a revalorar mi condición humana. Cuando a final de mes tienes que pagar las facturas, te das cuenta que el éxito no te permite beber de la humanidad. Los artistas debemos transformar la “basura” en “hermosura”.
–¿Es posible transmitir sobre lo que no se ha experimentado?
-Creo que todos los seres humanos tenemos siempre espacios en los cuales hemos sido amados, amantes, observadores y todas esas estancias se tienen que despertar con la palabra. Ésta es lo que te mueve a imaginarte la situación, como cuando lees. Yo, por ejemplo, interpretaba una melodía que se llama la “Samba del rencoroso” sobre un hombre que odia a su mujer porque se volvió santa. Cuando me meto en ese personaje me pongo a pensar lo terrible que sería que amases físicamente a alguien y esa persona se encontrase entregada solamente al espíritu. Hay personas intensas, como me pasa a mí, que ha tenido la suerte de vivir muchas vidas. No tenemos necesidad de experimentar muchas cuestiones para captarlas pero, si eres sensible, sí puedes empatizar ante los sentimientos de los demás.
-Afirma estar retirado de los medios, ¿por qué motivo?
-Lo que pasa con los medios aquí es que tienes que estar casado con los políticos, metido con la izquierda o la derecha. Me parece que no existen ni la izquierda ni la derecha, existen los que están arriba y los que están abajo. A veces me retiro porque no soporto la impotencia de todo este panorama porque todo se consigue con tan poco talento… Ahora tengo muchas ganas de actuar porque realmente estoy convencido de que la música es lo único que puede alejar a los malos espíritus. La gente me ha llegado a decir que doy muy buena suerte cantando y necesitamos esa fortuna para elegir a nuestros representantes, para no recaer en lo que hemos caído en este tiempo de barbarie.
-¿Qué pasa cuando canta Richard Villalón?
-Cuando canto el público tiene la plenitud de saber que está asistiendo a un acto único porque, aunque no llego a la pornografía, sí exhibo mucho el placer de interpretar. Hay muy pocos que se suban a un escenario y de los que pueda decirse: “He visto a un cantante”. Debes convencerte de la palabra y, sobre todo, de que uno no lo hace para sí mismo sino para que la realidad cambie.
