Está viviendo uno de los mejores momentos de su vida porque, por fin, Rosa López ha alcanzado el equilibrio, vital y físico, que ha estado buscando desde siempre. Serena y muy guapa, la cantante ofrecerá un concierto en el Auditorio del Palacio de Congresos y Exposiciones de Sevilla mañana viernes 15 de marzo en una ciudad a la que le unen muchos vínculos sentimentales. Rosa, que se ha convertido en la madrina de Sevilla Magazine a través de un reportaje exclusivo donde hemos podido conocerla mejor aún, demuestra que, además de ser una de las mejores voces de nuestro país, también es una gran persona que, cada día, agradece todo lo logrado en el camino.
-Rosa, celebra sus diez años como artista con esta gira… ¿Cómo es el balance?
-En general positivo. A veces me quedo bloqueada contemplando mi presente y pensando en lo que pudo ser y no fue.
-¿Qué piensa que le hubiera sucedido?
-Pues mi físico sería otro y seguramente estaría casada aunque seguiría soñando con que, algún día, llegara mi oportunidad en la música.
-¿Ha perdido algo en este tiempo desde que se hizo popular?
-La inocencia. Me daba muchos problemas pero era muy buena para mi carrera. Todo el mundo quería apoyarme. Sea como sea, no daría marcha atrás en ningún caso. Cuando alguien quiere evolucionar, en el proceso hay críticas pero no pasa nada. Es cuestión de reaccionar.
-¿Y lo mejor? ¿Con qué se queda?
-Bueno, hay metas ya logradas como poderme vestir con ropa impresionante que jamás me podría haber puesto antes (como estos trajes de flamenca que, imagínate para mi que tengo sangre gitana, son un sueño hecho realidad). De hecho, una vez me preguntaron en la Academia de “OT” cuál era mi ilusión y dije que era ponerme un vestido que brillara. Estoy viviendo el anhelo de mi vida. Subirme al escenario, el cariño de la gente… Mi trabajo no es solo cantar sino atender a todo el mundo cuando termina un concierto, las entrevistas, las giras… Hay que asumirlo porque va unido a esta profesión donde cada día es una aventura completamente diferente. Cualquier persona daría todo lo que tiene por vivir lo que yo estoy viviendo. Me asusta decirlo pero creo que es así. Es más de lo que tenía. Sí me gustaría que estuviera mi padre pero entiendo que todo no es posible tenerlo. A pesar de eso, me siento acompañada por la gente y eso no puede sustituirse por nada.
-¿Se encuentra a gusto consigo misma?
-Sí. En estos momentos no le temo a nada ni a nadie. Ni siquiera a morirme. Solo me pongo nerviosa la opinión de la gente -que, para mí, es como lo que mi padre me diría- y salir al escenario. Hay esperando muchas personas que han ido a verte y han pagado un dinero por ti y eso me provoca muchísimo respeto. Por lo demás, me gusta la Rosa que veo ahora en el espejo. Es fuerte, me he recogido las patillas -que era un complejo-, soy una mujer más sofisticada aunque siempre sin perder la naturalidad que me inculcaron mis padres.
-¿No se atrevería, por esos ascendientes gitanos suyos, con el flamenco?
-Lo tengo muy arragaido pero no lo expreso por una vergüenza que me come. En la intimidad he hecho el “paripé” pero ganas no me faltan aunque no soy versátil en eso.
-Está estupenda… ¿Dedica mucho a cuidarse?
-Voy al gimnasio a diario pero sin que sea una obligación. Sí hubo una temporada en la que pasaba tres horas ahí. Hacía mucho “cardio”. Natación, aerobic, cinta… Tenía cuatro kilos menos y el cuerpo muy fuerte. Luego me he relajado y practico deporte disfrutándolo. Suelo levantarme temprano y, si una mañana estoy más “bajilla”, enseguida pienso en los míos. En cuanto a tratamientos estéticos, la verdad es que no tengo tiempo.
-¿Suele verse en imágenes suyas de fotos o televisión?
-No suelo y si lo hago es porque me las ponen. En cierta forma me gustaría retroceder en sensaciones pero es como todo. Cuando has probado el vinagre, y no te gusta, por muy bueno que sea, no lo quieres.
-¿Hay algún piropo, de los que le dicen por la calle, sus admiradores, que le motive más que el resto?
-Cuando me comentan que no cambie porque eso significa que llega de mí algo bueno.
-Acaba de publicar recientemente su álbum, ‘Rosa López’, donde da un nuevo giro en su evolución artística. ¿Piensa que esos cambios de estilo le han perjudicado en su carrera?
-Vamos a ver, la música va más allá de un estilo. Eso son adornos. Lo bonito de este trabajo es que puedas exteriorizar tu intuición. ¡Como si cantara ‘Cumpleaños feliz! (risas). Hay quien se fija en la letra, otros en la melodía, en la voz… ¡Qué más da! El día que me muera habré acabado de hacer mi disco. Hasta entonces quiero equivocarme muchas veces y llenar con todo eso mi caja de pino.
-¿También se irá rica en amores?
-También. Que vengan los que tengan que venir y que sean respetados. Lo que pasa que, por mi vida, es complicado. ¡Bastante me “como” la cabeza como para pensar en nada más! Somos lo que piensan de nosotros, con lo que juegas en el campo de los demás. Yo siento que mi misión aquí es entregarme a otros y, en ese objetivo, todo influye. Me gustaría que, el simple hecho de pintarme las uñas, no fuera una necesidad y poder ser alguien con una cotidianidad normal. Lo que para algunos es un lujo, para mí es una obligación. Es complicado de explicar pero es así.
-¿Le ha resultado fácil sobrellevar la atención mediática?
-Te confieso que ha habido épocas en las que estaba en continua tensión por ello. Yo misma era mi propia enemiga porque me obsesionaba. No sabes por dónde te vienen las situaciones. Es como el novio del que hablan que tengo y que no lo es. Cualquiera puede pensar que “cuando el río suena…” y, aunque no es cierto, tengo instalados dos “paparazzis” en moto en la puerta de mi casa. En fin, si con eso se ganan el dinero de final de mes unas familias… A mí me queda pendiente hacer, por ejemplo, un Interviú pero, el panorama, tendría que ser de otra forma. Pienso que hay quien hace negocio de algo que yo no comercializo y que, nadie en mi nombre, tiene derecho a comercializar en mi nombre. Mentiras en este sentido pueden llegar a destrozar una carrera. Yo, lo único que hago es prepararme y trabajar. Soy una flor más de este jardín pero parece que hay que estar pidiendo perdón a cada paso cuando, en realidad, no estás haciendo nada malo.
-Se está poniendo muy trascendente y Rosa es una mujer con bastante sentido del humor, ¿verdad?
-Yo creo que sí. A mí me encanta que me imiten porque me río mucho de mí misma. Otra cosa es que vayan a ridiculizarte pero si es algo de “buen rollo”, me agrada.
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