La que es una de las cantantes del momento acaba de pasar por Sevilla para actuar y presentar una música que la diferencia del resto y la convierte en un valor en alza

Ricardo Castillejo

Cuando estaba a punto de volver a su tierra, Albacete, el éxito llamó a su puerta y, de la noche a la mañana, se ha convertido en un fenómeno musical que crece por días. María Rozalén, Rozalén para el gran público, ha triunfado gracias a un estilo muy personal que bebe de los cantautores de toda la vida pero con el aire fresco de una joven de 26 años que ha llegado para quedarse. Y así, temas como “80 veces” van abriéndole camino a esta artista de voz inconfundible que, gracias a su carrera de psicología, reconoce cómo entiende mucho mejor al complicado ser humano.

-¿Cómo está llevando este momento de expectación absoluta alrededor suya?

-Pues fíjate que yo estaba preparando un proyecto de musicoterapia para el Ayuntamiento de Albacete y, cuando menos te lo esperas, pasan estas cosas. Supongo que me hace falta un retiro y reflexionar aunque esté feliz. Me alegra, por un lado, y por otro me agobia no poder cuidar a toda la gente que se te acerca. Me da un poco de pena y de rabia pero es imposible.

-¿Qué le dicen?

-De todo. Que eres lo que le alegras la existencia, que ya era hora de que hubiera algo de buen rollo y carácter… Aún no me he acostumbrado a escucharme por la radio, por ejemplo. La primera vez estaba duchándome y dijeron: “Después de la publicidad, Rihana, Rozalén y Pablo Alborán”… Me dio como un dolorcito, ilusión, miedo, vértigo…

-¿Puede mantener los pies en la tierra?

-En mi caso es fácil porque mis cimientos están fuertes pero entiendo que con el éxito a la gente se le vaya “la olla”. Mi familia, mi madre y mi abuela en concreto, me advierten que no pierda la humildad. “Eres una chica de pueblo y no eres más que nadie”, me recuerdan. Luego “flipo” cuando alguien a quien admiro, como Cayetana Guillén Cuervo o Fernando Tejero, viene a mis conciertos.

-¿Algún instante especialmente emocionante?

-Haber podido cantar con Carmen París quien, además, en una entrevista me ha recomendado. O que Jorge Drexler me comentara que tenía ganas de conocerme. O gustarle a Luz Casal… Son tres referentes a los que admiro muchísimo.

-¿Le ha servido de algo la psicología?

-Sí, claro. Para entenderme a mí misma. Cualquier carrera te culturiza, te ayuda a escribir y, la psicología, te ayuda a comprender el comportamiento humano y por qué gusto…

-¿Y por qué es?

-Creo que porque soy normal y auténtica. No hay mentira. Lo que hay es lo que ves y eso no se está acostumbrado a verlo. Soy “buen rollera” y se quiere estar al lado de quien aporta felicidad. Luego supongo que también canto bonito…

-Sin embargo ha tenido épocas duras…

-Es que eso es la vida. No todo son rosas. Sea como sea, cuando se ha pasado por experiencias negativas, todo se vive mejor. No existe el todo sin el caos y también hay que saber disfrutar de la tristeza.

-¿Qué le parece el panorama que tenemos?

-Yo estoy un poco cabreada con este país en general. La gente está un poco muerta y muchos se están olvidando de vivir. Hace falta la búsqueda y la crisis nos está espabilando. Nos venía bien una. De todos modos, con quien más molesta estoy es con el Gobierno y con el 21 por ciento de IVA. La cultura tiene que ser del pueblo, no un privilegio.

-Hablemos del amor que es más agradable…

-Creo en él pero sé que, como animales que somos, el enamoramiento tiene un tiempo. Lo que pasa es que hemos creado una serie de reglas que no tienen sentido y que vienen sobre todo a organizar el tema de los hijos. Soy “superenamoradiza” pero eso dura lo que dura. Quien intenta engancharme le cuesta sudor y lágrimas (risas). Aún así, nunca me negaré a conocer a una persona con quien compartir la vida. Alguien interesante, con ambiciones y sentido del humor, con cultura, con intereses… Que me enseñe, que me recomiende libros o que venga conmigo al cine… Que quiera descubrir, viajar… Que sepa ver la belleza en todas sus dimensiones… Los prefiero graciosos a guapos y, para terminar, que no sea celoso porque soy muy cariñosa y no querría que sufriera por eso (risas)…