La artista, que durante el confinamiento nos dejó unas hermosas imágenes suyas cantando en su terraza, presenta “Miedo”, avance del álbum, “Crisálida”, con el que reflexionar sobre ese sentimiento universal tras el que, dicen, se encuentra todo lo que deseamos
Por Ricardo Castillejo
A sus 37 años está de vuelta de muchas. Con un largo camino a sus espaldas -durante el que se ha dejado la piel por encontrar un lugar propio-, Ruth Lorenzo disfruta un momento dulce. Poseedora de una de las voces más importantes de nuestro país, la artista se confiesa también enamorada, sincerándose a corazón abierto en una entrevista donde, además, hablamos del miedo, título de su nuevo tema y una apasionante cuestión en torno al que giran muchas posibles reflexiones.
-Estamos en una etapa en la que han aflorado muchos temores…
-Yo pienso que el miedo ha de ser un motor que nos lleve a conseguir metas. Lo que no podemos es ser esclavos de él, no dejar de hacer algo por miedo. La clave es reconocerlo, aceptarlo y ponerlo en su lugar. ¿Con miedo? Sí. ¿Paralizada? Nunca.
-Si analizamos tu perfil, no transmites ser una mujer con muchos miedos (o, al menos, has sido más valiente que ellos)…
-El valiente no es el que tiene ausencia de miedo sino el que lo mira a los ojos y la verdad que yo siempre me he enfrentado a lo que temía…
-¿Cuál ha sido entonces tu mayor miedo?
-A que no me quieran. A no sentirme querida, amada y aceptada. Pero claro, eso empieza por quererte tú y lo entiendes con los 37 años que tengo (risas)…
-Voy a hablarte de miedos comunes en el ser humano y me comentas qué te parecen… Por ejemplo, el miedo a quedarse sin dinero…
-El dinero es la manera que tenemos de subsistir. Conseguirlo es algo importante, en especial si tienes responsabilidades con otros, como la familia. Lo único que no hay es que agobiarse, algo que sufrí en Inglaterra, cuando no supe cómo pagar el alquiler o salir adelante. Hay que pensar fríamente y buscar soluciones.
“No conozco el miedo a enamorarse y el peor miedo que se puede tener es el miedo a equivocarse”
-El miedo a enamorarse…
-Ése no lo conozco (risas). ¡Ya me podían haber dado un poco de ése a mí!
-¿Enamorada?
-Sí… Estoy feliz… Además, me habéis visto en redes con mi pareja tocando…
-Otro es el miedo a la soledad…
-A ese miedo no le tengo miedo. Con la soledad escogida se aprende mucho. La otra, como ha pasado durante el confinamiento con gente separada, por fuerza, de sus seres queridos, es dura.
-¿Y del miedo a equivocarse? ¿Qué piensas?
-Es el peor que se puede tener. Te quedas paralizado y pierdes tu libertad. Vives en una cárcel interior. Es la mejor manera de saber quién eres. Ten miedo, pero equivócate.
-El miedo al paso del tiempo…
-Cuanto más pasa, más me gusta que pase. La madurez que tengo hoy -y siempre he sido muy reflexiva-, me da más felicidad. Además, de las grandes he aprendido que su grandeza aumentaba con el paso del tiempo…
“Para mí el mayor éxito es sentirme realizada, ser una mujer independiente sin tener que vender mi cuerpo ni mi voz”
-Es evidente que eres una de nuestras gargantas más privilegiadas en una época en la que, el arte, no siempre abre la puerta del éxito…
-Es que depende de lo que entiendas por éxito. Los números nunca han sido el mío. Para mí el mayor éxito es sentirme realizada, ser una mujer independiente sin tener que vender mi cuerpo ni mi voz.
-¿Y cuando sale lo de “Si Ruth Lorenzo fuera americana…”?
-Pero es que Ruth Lorenzo es de Murcia y vive en Barcelona (risas). A estas alturas, ¿para qué pensar nada de eso? Si donde más feliz he sido en estos meses ha sido cantando en el balcón… La vida es mucho más de lo que imaginamos que es. No somos “likes” de Instagram. Somos personas libres con necesidades y la mía es crear. Por eso valoro como éxito hacer un videoclip como el que he hecho, tocar con mis músicos… Los números hay veces que fallan.
-Para ti es fundamental subirte a un escenario y eso, por lo pronto, se ha cortado…
-¿Ha cambiado la forma de ir a los bares? Porque veo mesas llenas de criaturas comiendo juntas… Pues lo mismo te digo. Todo va a volver a la normalidad. Claro que, si estás resfriado, ponte una mascarilla si vas a ir a un concierto, pero eso es sentido común… Sea como sea, si el estado perenne fuera un encierro, cantaría en la terraza o en la ducha. Lo que necesitas para ser feliz es muy básico.
