La artista, instalada en España desde la pandemia, ha ofrecido, ayer domingo, un concierto “streaming” que nos sirve como perfecta excusa para conocer el presente de la querida hija de la añorada Rocío Dúrcal

Ricardo Castillejo

Un homenaje a su madre será el concierto que, ayer domingo, ofreció Shaila Dúrcal en “streaming” para todos los admiradores de la música de su progenitora… y de su propia música. Y es que Shaila posee un estilo propio, como autora e intérprete, bajo el que ha construido una trayectoria que le ha hecho brillar tanto en España como en el mercado americano, que ha conquistado y donde pasa gran parte del año. Sin embargo, la hija de Rocío Dúrcal ha decidido instalarse en España, su país, para estar así más cerca de los suyos e iniciar una nueva etapa que, a sus 41 años, se presenta llena de ilusiones.

-Es evidente el gran parecido físico con tu madre, pero, a nivel artístico, ¿qué coincidencias y diferencias tienes con ella?

-Las hay en todos los sentidos. A nivel personal hasta me asusto, a veces, cuando me miro al espejo y digo: “¡Mamá!”. También tengo muchos gestos de ella y muchos rasgos de su personalidad pero, de igual forma, me parezco a mi padre. Soy grandota y he heredado la piel filipina y de él, en el concierto del domingo, recordé “Perdóname”, que no puede faltar. A ambos, por igual, los echo de menos… Sea como sea, intento ser yo y que la gente me conozca como soy y ése es un proceso muy bonito.

-¿Es difícil construir una carrera propia con unos padres como los tuyos?

-Es una responsabilidad bonita, un legado maravilloso. Fueron dos pioneros y muy avanzados musicalmente y me siento muy orgullosa de sus trayectorias.

“Mi marido es mi mejor amigo, la persona que me entiende, que no me juzga y que siempre intenta sacar lo mejor de mí, aunque me apriete las tuercas. Cada día nos queremos más”

-Tu mamá se nos fue en marzo de 2006… ¿Lo has superado?

-No se supera. Aprendes a vivir con ello y a llevarlo diariamente… Un día estás más fuerte, otro, más emocional. La pérdida de un ser querido es un sentimiento muy peculiar y, con el tiempo, transformas la tristeza en recuerdos, alegres o más melancólicos.

-Si hay algo que Rocío Dúrcal supo transmitir es su sonrisa… ¿Qué te dejó a ti?

-Su forma de ser se te metía muy adentro, con un amor muy familiar. Me lo comentan de continuo mis seguidores, los medios… Era como una niña eterna que contagiaba con su alegría y que siempre quería ver a todo el mundo feliz y, en este sentido, soy muy similar y me encanta transmitir optimismo a los demás.

-Shaila, son ya 41 años los que has cumplido… ¿Cómo te llevas contigo misma en esta etapa vital?

-Muy bien. A las mujeres, sobre todo, nos pasa mucho que pasamos por momentos y yo tengo que agradecerles a mis fans el cariño porque, gracias a él, estoy aquí. Sufrí mi accidente y fue muy doloroso y me impactó mucho y también dejé de fumar, que es algo malísimo, y, desde hace unos años, estoy apostando por mi salud. Por otro lado, los artistas tenemos una realidad muy caótica, con desajustes horarios, de comidas… Me ha costado mucho recuperar el equilibrio porque, más allá, a mí me pesa mucho la parte emocional y, en este terreno, he tenido mis más y mis menos, aunque agradezco pasar por todo porque, sin ellos, no sería quien soy.

“Desde pequeña me han advertido de lo que supone estar expuesto. Hay quien tiene que exteriorizarlo para poder confrontarlo y no somos nadie para juzgar”

-El relato de Rocío Carrasco, hija de Rocío Jurado -amiga de tu progenitora, Rocío Dúrcal-, tiene en vilo a todo el país… ¿Cuál es el límite de lo que se puede o se debe contar?

-Es algo muy difícil y personal y cada uno decide hasta dónde quiere compartir. Nosotros somos una familia muy normal y hemos intentado hacerlo de la forma más eficaz, sin haber sido mucho de revuelos. Es complicado porque somos públicos y desde pequeña me han advertido de lo que supone estar expuesto. Hay quien tiene que exteriorizarlo para poder confrontarlo y no somos nadie para juzgar. Aparte, con el tema de las redes sociales tampoco puedes esconder mucho con lo que, al final, se trata de salir lo mejor posible.

-¿Te doy consejos tu madre para, en diferentes sentidos, ir guiando tus pasos?

-No muchos. Me educó a observar. Recuerdo cómo se maquillaba y cómo yo la miraba en el espejo o cómo daba entrevistas. Lo que sí me decía mucho era: “Paciencia, hija”. Yo, en aquel instante, no lo entendía mucho pero ahora sé que las cosas llegan cuando tienen que llegar.

-Como tus padres, el matrimonio que llevas con Dorio es de esos para siempre… ¿Es la amistad el secreto?

-Sí, es la base. La comunicación, básicamente. Son ya 13 años casados y claro que ha costado, pero hemos aprendido, al compartir matrimonio y trabajo, dónde tirar y dónde aflojar. Es mi mejor amigo, la persona que me entiende, que no me juzga y que siempre intenta sacar lo mejor de mí, aunque me apriete las tuercas. Cada día nos queremos más. Nos admiramos y, en lo laboral, es como estar de vacaciones…

-A ti, como hablábamos de tu madre, también te vemos sonriente siempre, pero, ¿detrás de las cámaras eres igual?

-A mí me gusta que haya buena onda y contagiar felicidad, pero, como buena Virgo, soy muy perfeccionista y, cuando hay algo que está mal, aunque me dura poco, pongo los puntos sobre las íes. A los diez minutos ya estoy sonriendo otra vez (risas)…