Una treintena de voces extraordinarias, música en directo, veintidós cambios de escenario y ciento cuarenta trajes son algunos datos que convierten a “Sonrisas y Lágrimas” en el maravilloso espectáculo que, hasta el 4 de mayo, se representará en el Auditorio Fibes
Desde que fue estrenado en 1959 en Broadway, “Sonrisas y Lágrimas” no ha dejado jamás de representarse en algún lugar del mundo. Una producción de belleza exquisita con una de las bandas sonoras más populares de la historia y que cuenta la vida de la familia Von Trapp, con sus siete niños cantores, a partir de una autobiografía real de su protagonista, la religiosa María la cual, en su versión cinematográfica, fue encarnada por Julie Andrews. Desde hace dos años y medio este papel ha girado por toda España interpretado por Silvia Luchetti quien habiendo pasado por los mejores musicales reconoce el que la ha traído a Sevilla posee una fuerza especial.
“En este musical están los pesos pesados de esos espectáculos en España. Casi todos han estado en los títulos más importantes”
-¿Cuál es secreto del éxito de este montaje?
-La gente tiene a la película como referente por lo que, si el musical no está bien hecho, se podría transformar en una versión colegial y no estar a la altura pero ésta es una producción muy cuidada en todos los detalles. “Sonrisas y Lágrimas” es un clásico y esos nunca mueren si están bien representados. Es una historia atemporal que toca sentimientos, aparentemente simples, comunes a todos los seres humanos. Habla del amor, el desamor, el miedo, las barreras que nosotros mismos nos ponemos, el desarraigo de la tierra… y en cada espectador despierta una “partecita” de su ser.
-Tiene algunas diferencias con la versión cinematográfica…
-Primero fue la obra teatral en Broadway y después se adaptó a la gran pantalla. La que tiene lugar sobre el escenario es la versión original, con personajes y canciones que no llegaron al cine. Me agrada cuando la gente que es muy fan de la película, y llega con prejuicios de ver qué se encuentra, se sienta a comparar y, al poco tiempo, la emoción del directo les puede y olvida lo que traía en mente.
-¿No es un peso que busquen en usted a Julie Andrews?
-La comparación está ahí y no me podía pelear con ella. Es un referente también de mi carrera ya que he seguido todos sus trabajos y analizado su forma de cantar. Hay quien dice que me parezco hasta físicamente pero eso no es algo buscado. Bastantes críticas afirman que cuando se abre el telón parece que fuera ella aunque, según avanza, se entiende que he creado a mi propia María. Querer imitarla habría sido un gran error. Me he preocupado más por todo lo contrario, que no pareciera una copia y tuviera mucho de mí misma.
“La comparación con Julie Andrews está ahí. Hay quien dice que me parezco hasta físicamente pero eso no es algo buscado”
-Leyendo sobre la verdadera María, de monja “ñoña” tenía poco…
-Me llevaron a Salzburgo y tuve la suerte de hablar con sus familiares y visitar su casa y era una mujer de armas tomar. Esto se nota solo en su forma de escribir. Tenía carácter y se movía con el corazón. Cuando entran los nazis en Austria ella participó mucho en la huída, que fue a través de las vías del tren, no por las montañas. Lograron llegar a Estados Unidos y en un bus vivía con su marido y siete niños, que cantaban ante familias de clase alta para ganarse la vida. Tuvo dos hijos más y para sacar todo eso adelante está claro que era muy fuerte, fiel a sí misma, con sus propias normas. Un ciclón.
-¿Puede parecer en la obra una mujer sumisa?
-Juega con aparentar sumisión pero gracias a eso consiguió todo lo que quería. En cuanto puede le planta cara al capitán y le habla claro. Todos los seres humanos tenemos nuestros vehículos para conseguir los objetivos.
-Ella se enamoró del capitán y usted parece enamorada del actor que lo encarna ¿Es así?
-No (risas). Nos dicen mucho que parecemos pareja pero se debe a unos lazos maravillosos creados con Carlos Benito tras dos años y medio de funciones. Ahora que sabemos que cada ciudad es una despedida nos queremos aún más.
-¿Cómo llega a un papel como éste?
-Llevo 18 años haciendo obras como “El fantasma de la ópera”, “Evita”, “El diluvio que viene”, “Los Miserables” o “La Bella y la Bestia”, pero fui a un “casting” como todos. En la primera audición el director, Jaime Azpilicueta, me pidió ver en mis ojos la grandeza del paisaje de montaña, la felicidad de estar allí… Él no sabía que yo también necesito de la sierra, que vivo en Casavieja (Ávila) y tengo un huerto y una burra. Soy como la loca que se fue a vivir al campo. Llevo allí siete años y el placer que me otorga la tierra es impresionante. Eso se nota en el personaje, que es un caramelo porque tiene un recorrido emocional muy grande en tres horas de función durante las que no paras.
“Me llevaron a Salzburgo y tuve la suerte de hablar con los familiares de María y visitar su casa y era una mujer de armas tomar”
-Los niños pequeños son diferentes en cada ciudad y eso hará que tenga muchas anécdotas, ¿no?
-Trae aires frescos y hace que la familia Von Trapp nunca sea igual. Hemos tenido algún charquito de “pipí” en el escenario u otra que se puso a inventar texto y al preguntarle qué hacía decía que ella era actriz y, claro… le daba la vena creativa (risas). La pequeña Gretl del estreno en Sevilla tiene seis años y también estuvo hace dos, con solo cuatro. Yo no tengo mis propios hijos, pero me encantan.
-¿Existen unas religiosas como las de la obra tan divertidas en la realidad?
-Seguramente el Papa Francisco estaría encantado con las monjas de “Sonrisas y Lágrimas”. Son muy divertidas y sus cuadros son de mis preferidos. En este musical están los pesos pesados de esos espectáculos en España. Casi todos han estado en los títulos más importantes.
