Tras vencer en la edición italiana de “La Voz”, recibir palabras de reconocimiento de artistas como Alicia Keys o Whoopi Goldberg, y haber superado los cien millones de reproducciones en Youtube, la famosa monja publica su álbum de debut con el tema “Like a Virgin” como singular carta de presentación.
La revisión y reinterpretación de diez clásicos del pop de Madonna, Pink o Jessie J, más dos canciones inéditas, componen el primer disco de esta joven de 26 años que se convirtió en novicia en 2009 y que estuvo trabajando con los niños pobres de Brasil antes de unirse formalmente a la orden de las Ursulinas. Desde entonces ha estado perfeccionando sus dotes artísticas en una academia de espectáculos de Roma, habiendo participado en algún otro programa de televisión hasta que este año sorprendió a todo el mundo a través de sus actuaciones en “La Voz”, donde unía su prodigiosa garganta a unos temas que nada parecían tener que ver con sus hábitos de hermana de convento.
-¿Elegir el tema “Like a Virgin” (“Como una virgen”) para presentarse ha sido casualidad o provocación?
-Escuché una versión diferente a la de Madonna y me llamó la atención. Me puse a analizar la letra con atención y define muy bien mi historia de amor con Cristo. Yo era una persona desmotivada, perdida y tras recibir su llamada me sentí completa, protegida, cobijada… Hemos querido darle un significado diferente en todas sus vertientes: instrumentación, mis propios gestos, el videoclip… Todo es más coherente con mi identidad y ha alcanzado una nueva luz.
-¿Es usted diferente al prejuicio que tenemos de las otras religiosas?
-No me siento distinta porque además creo que la idea que se tiene de ellas como personas pasivas no se ajusta a la realidad. Llevamos una vida ordinaria, normal, madrugamos, asistimos a misa y tenemos muchas cosas que atender como una escuela infantil o una residencia universitaria. Para nada nos pasamos el tiempo rezando. Somos personas muy ocupadas.
-¿Está la iglesia preparada para una monja-cantante?
-El propio Papa Francisco ha pedido que cada uno use los dones que les han sido otorgados para llevar la evangelización a la calle de forma activa. Las congregaciones también nos estamos adaptando a los nuevos tiempos porque la Iglesia no se puede mantener rígida. Debe guardar sus señas de identidad pero adaptarse a las nuevas necesidades de la sociedad.
-¿No le gustaría entonces llegar a ser un ídolo?
-Donde Dios me lleve allí iré, pero no quiero ser una “estrella” del rock. Lo mío no es una carrera musical sino una manera de compartir un testimonio de fe en Cristo y una nueva forma de transmitir su mensaje. Cada día que estoy viviendo es un regalo suyo.
-Imagino que le habrá cambiado todo…
-En esencia no porque mi prioridad sigue siendo la parte espiritual. Ése fue uno de mis requisitos para sacar el disco: tener tiempo para mis oraciones. Hago más desplazamientos, entrevistas… pero también tengo mis rezos, de donde saco fuerzas para seguir adelante en este proyecto. La música ha sido una pasión desde que soy niña (y el hilo conductor de mi vida que, además, resurge siempre en mis momentos importantes). Era el motor interior que me movía cada día. Mi gran sueño era ir a Roma a estudiar canto y danza pero mis planes cambiaron cuando recibí la llamada de Dios mientras, precisamente, intervenía en una función musical.
-¿Ha estado alguna vez enamorada de otra persona?
-Claro, yo también he sido adolescente, pero no tiene absolutamente nada que ver con lo que siento en la actualidad. El amor a Dios es el amor por excelencia. Aún así, aunque yo dirija mis canciones al amor divino, estamos hablando de un sentimiento universal del que cada uno saca su interpretación personal y lo dirige a través de su mente al oír las letras hacia la persona que quiere.
-Más allá de éste actual, ¿cuáles han sido sus momentos vitales más importantes?
-Estuve algo más de dos años con niños desfavorecidos de Brasil y pude comprobar que había realidades muy duras y diferentes de las que tenemos en Europa, donde somos muy afortunados. También tengo como punto de inflexión el momento de mi consagración como esposa de Cristo.
