Con dicho sentimiento ha descrito Genoveva Casanova su estado de ánimo tras la ruptura con José María Michavila, su pareja desde hace un año y medio
Confirmada por la revista “¡Hola!”, la ruptura de Genoveva Casanova y José María Michavila es un hecho, haciéndose eco de la información ayer mismo varias plataformas digitales de información social. A pesar de que se les había vuelto a ver juntos y felices, tras varios rumores de crisis que ella se encargó de desmentir, lo cierto es que esta historia de amor parece haber llegado a su fin. Y es que, mientras que el empresario se encuentra en Mallorca junto a sus cinco hijos, Genoveva se ha ido de viaje con intención de regresar a finales de agosto, algo que se convierte en una prueba definitiva de que están haciendo vidas separadas. La ex de Cayetano Martínez de Irujo y Michavila aparecieron juntos este mismo verano en la boda de Ana Acebes, hija del ex Ministro del Interior, Ángel Acebes, después de muchos meses sin ser fotografiados. A continuación marcharon a la capital de las Baleares y, desde ahí, él realizó una visita en solitario a Estados Unidos y ella hacía lo mismo pero en dirección a Bangkok.
Recordar que el citado semanario anunció este noviazgo en diciembre de 2014 cuando, después de una larga amistad que los unía desde tiempo atrás, los dos decidieron dar el paso y formalizar una relación que llegó no sin cierta polémica ya que Irene Vázquez, la esposa de José María, había fallecido menos de un año atrás tras dar a luz a su quinto hijo. Paso a paso el amor fue creciendo y la numerosa familia, de siete niños en total, se mostraba muy unida a pesar de crisis como la que, en 2015, los alejó durante unos meses. Manteniendo entonces una privacidad mayor aún en lo que a su corazón se refiere, Genoveva Casanova decidió pedir la nulidad matrimonial con el conde de Salvatierra algo que, al conocerse, hizo saltar las alertas que apuntaban a una posible futura boda de ésta con su nuevo compañero. No ha podido ser y, sin enfados –solo “tristeza”, según sus palabras, por parte de la mexicana-, es el momento de que cada uno emprenda caminos separados.