La cantante y compositora cordobesa llega hoy a Sevilla, con las entradas vendidas desde hace semanas, para presentar su último disco, Wolverines, en el que cuenta con la colaboración del incombustible Raphael en un tema que fue escrito pensando en él.
Se dio a conocer en “Operación Triunfo”, algo que queda como anecdótico en una artista que ha sabido hacerse a sí misma, luchando contracorriente en un mundo de música enlatada promovida por las grandes discográficas. Aún volando libre, Vega ha estado en los primeros puestos de las listas de venta, escribe letras para importantes artistas, ha sido nominada a un Grammy y tiene cinco discos en el mercado como este “Wolverines” que hoy presenta en la sala Malandar ante unos seguidores que han agotado sus entradas y que la siguen fieles desde sus comienzos.
-¿Se siente una artista de directos?
-Cuando uno tiene una profesión es para desempeñarla. Hacer playback, moviendo las piernas y la boca, me parece terrible y el gran fraude de esta profesión. Es como si a un médico le dices que simule que opera. Hace mucho que decidí cantar solo en vivo aunque con ese paso me saltara el que me llamaran desde las televisiones porque no están preparadas.
-¿No es de ser demasiado valiente ir por libre en la música?
-Monté “La Madriguera Records” cuando pude y ahora decido yo como son las portadas para mis álbumes o lanzar tres “singles” en lugar de uno. Es muy complicado depender de una multinacional que pretende llevar tu carrera desde el otro lado del mundo y donde no saben ni quien eres.
-¿Por qué los intérpretes siempre hablan de las discográficas como algo horrible?
-Hacerlas ver como un ogro es lo fácil pero tienen un papel muy difícil. Un disco tiene una inversión de hasta 60 mil euros y es normal que quieran recuperar ese dinero, pero hay quienes no lo consiguen y entonces no les merece la pena seguir apoyándolos. Lo veo lógico. Para mi el problema es que en la industria hay gente con poca ética y moral que han profanado la música tirándola por el suelo, viéndola solo como un intercambio monetario sin tener en cuenta guardar un equilibrio con los sentimientos. Debería haber sellos especializados con cada tipo de artista.
-Se llama Mercedes, Vega… ¿Cuántos nombres puede llegar a tener una persona?
-Respondo a todo, incluso a un “oye tú”. También soy “gordita” para mi pareja, o Bebes para mi familia. Para conocerme realmente habría que escuchar mis canciones, ahí soy un libro abierto con letras tan autobiográficas que me dan vértigo por todo lo que muestran de mí, sin paños calientes. Sería incapaz de expresar con música cosas con las que no estoy de acuerdo.
-¿Cómo hace entonces cuando sus letras son para otro cantante?
-Yo no trabajo con catálogo porque no todo sirve para todos. He escrito para Auryn o David Bisbal, con quien repito con dos temas en su nuevo trabajo. Hablo con ellos sobre su momento, sus inquietudes… y hago una letra a medida componiendo la música acorde a su registro.
-David salió, al igual que usted, de “Operación Triunfo”. ¿Tiene buen recuerdo o lo contempla como algo anecdótico?
-No tengo mal recuerdo pero es algo que se me queda demasiado atrás. Yo cogí un camino distinto en cuanto pude y llevo una carrera muy personal. He estado respaldada por el público sin apenas salir en televisión ni en portadas de revistas, y aún así he alcanzado hitos impensables en una carrera independiente. Mientras otros daban decenas de conciertos multitudinarios pagados por ayuntamientos yo estaba en salas pequeñas donde, desde el principio, pagaban por entrar. La gente no me ha visto gratis por lo que no se asusta ahora que hay que comprar una entrada para cualquier concierto.
-Es poco nostálgica, ¿verdad?
-Mi mejor canción está por escribir y mi mejor por momento tiene que llegar. No comparto eso de que cualquier tiempo pasado fue mejor. No vivo de recuerdos sino que me alimento de la felicidad del día a día. Soy feliz, muy afortunada. Tengo 35 años y me encuentro mejor que con 20. He sabido conformar mi personalidad sin imposiciones de nadie.
-¿Es tan pragmática en el terreno sentimental?
-Cuando más pequeña era una gran sufridora, de las de “Welcome to the drama”, pero he aprendido a disfrutar del amor como una vía por la que pasar por la vida dando felicidad y recibiéndola. Para ser feliz hace falta empatía con el que tienes enfrente y quitarle hierro al motivo de conflicto poniendo en valor todo lo demás. No voy a molestarme por cabreos innecesarios porque hoy estás y mañana no.
-¿Cree en el destino?
-Soy acuario, soñadora y confío en que hay escritas múltiples opciones de nuestra vida y, dependiendo de las decisiones que tomemos, llegaremos a un sitio u otro. Es como esos libros de “Elige tu propia aventura” donde ibas decidiendo como continuaba la historia.
-¿Qué tal su dueto con Raphael?
-La canción “Wolverines” es un homenaje a su forma de interpretar, por lo que escribí a su hijo Manuel Martos y Raphael aceptó colaborar conmigo. Para mí es un ejemplo en su forma de tratar a los compañeros y en el cariño a esta profesión en la que sigue dando lo máximo días tras día. Probablemente venga de otro planeta.
