Verónica Forqué, que representa en el Teatro Rialto de Madrid la función “Buena gente”, se convirtió en flamenca de excepción para “Sevilla Magazine” cumpliendo así uno de los sueños de su vida.
De pequeña solía decirle a su padre que, cuando fuera mayor, quería ser enfermera… y sevillana. Un sueño al que, en cierta forma, colaboró la revista “Sevilla Magazine” a través de este reportaje que, en pleno fin de semana del Rocío, nos transporta al Parador de Carmona, escenario donde se produjo el encuentro con esta generosa mujer que, después de pasar una difícil etapa (ha perdido a su hermano y se ha separado de su compañero sentimental de más de tres décadas, Manuel Iborra), ha vuelto a tomar el timón de su vida con más ganas que nunca.
-Se le nota muy emocionada con su obra… ¿Por qué?
-En primer lugar es un texto muy bueno en el que habla de las contradicciones que todos tenemos pero con mucho humor. El autor conoce muy bien a los seres humanos. Para mí la heroína es Margarita, un papel lleno de matices, de dudas… No es fácil encontrar algo así.
-Acaba de perder, el 31 de diciembre pasado, a su hermano… ¿Cómo se asimila esa experiencia?
-No hay que evitar la realidad, sino enfrentarse a ella, entender por qué lo pasas mal. Eso lleva mucho tiempo pero hay que poner los medios para superar las etapas más complicadas y dolorosas. Él se ha ido un poco antes pero a mí también me tocará ir. No debes entenderlo como una tragedia. A veces se dice: “Pobrecito”, como si uno no lo fuera a pasar. Me gusta la filosofía zen en contra del sufrimiento. No hemos venido aquí a sufrir. La muerte de un ser querido es algo que se lleva ahí aunque yo, personalmente, no creo en la muerte.
-Hábleme de su escala de valores… ¿Lo primero?
-El amor. Amor a los demás. Es lo más importante. Sentir amor hacia el resto, ayudarlos. He tenido desde jovencita la inquietud de saber por qué estamos aquí, para qué he venido. El sentido de mi vida es ser mejor persona. Nada es casual. El caos no existe en la Naturaleza. Es perfecta y nosotros tenemos que tender a la perfección.
-Cuando se trata el tema del amor suele pensarse en el amor de pareja…
-Es una manifestación más. He vivido mucho en pareja y he amado mucho y he estado muy bien pero ese amor casi siempre se acaba, se transforma. La especie debe continuar y hay que tener hijos pero existe un amor más grande. El amor de pareja es muy interesado, más primario. Hay uno más profundo. Amar sin esperar que te den nada.
-¿Le tiene miedo a la soledad?
-No. Me encanta. Además la soledad no existe. Está todo lleno de personas. A mí me parece que quien no está a gusto consigo mismo es quien se siente solo. Con las películas, libros, gente que hay… Nunca me he sentido sola ni creo que me sienta nunca así.
-¿Qué le enamora?
-Que me hagan reír y la bondad. Eso es lo que más puede conmoverme…
-Otra clase de amor es el que se da y dan los hijos… ¿Cómo lo ha hecho como madre?
-Te dejas un poco llevar por el amor tan grande que sientes por ella. Solo he tenido una y pienso que los hijos se forman con el ejemplo de los padres más que con sermones o detalles. Debes ser un buen ejemplo y no cortar el hilo de la conversación. Que te vean coherente y confíen. Yo no tuve eso porque, en mi generación, los padres y los hijos estaban en sitios distintos. Quería estar cerca de mi niña y lo he logrado. Es muy buena persona y muy lista. Tiene 24 años y, cuando la miro, me doy cuenta de lo rápido que ha pasado todo…
-¿Cómo se lleva con la edad?
-A nadie le gusta envejecer pero hay que hacerlo con humor y alegría. Parece que, sobre todo para nosotras, es de mal gusto hacerse mayor pero no se puede evitar. Se trata de cuidarse y no obsesionarse.
-Muchas compañeras suyas dicen que se sienten esclavas de la imagen…
-Yo no soy esclava de nadie. Ahora me quitaré tres o cuatro kilos, eso sí. Procuro comer sano. He dejado el chocolate y, en lo demás, hay que ponerse límites. En el cine, a partir de una edad, o te llaman poco, o no te llaman. He tenido la suerte de hacer muchas películas pero es un negocio dirigido por hombres y, claro, ellos prefieren chicas con 25 años (y no una de 60). Sea como sea, las actrices podemos hacer muchas cosas como televisión o teatro. No me quejo.
-Ha pasado una depresión grave… ¿Cuáles han sido sus conclusiones al respecto?
-Me gusta comentarlo porque puede ayudar a los demás. Fue el año pasado y nunca he pasado un sufrimiento mayor. Son temas que se prefieren no tratar porque nos recuerdan a nuestra propia depresión (que no es sino ausencia de ganas de vivir). Parece que es un pecado por si nos pasa a nosotros en esta sociedad en la que todo tiene que ser tan alegre y vital. Empecé a tomar antidepresivos. Hay mucho prejuicio antes esa medicación cuando no lo hay ante otras cosas. Todos deberíamos hacer psicoterapia porque todos tenemos algo que contar. Tomar decisiones cuesta y el no hacerlo te conduce a una depresión. A veces no quieres hacer nada porque te asustan los cambios pero, al final, se termina saliendo.