El científico sevillano Álvaro Carmona ha conseguido, a sus 29 años, hacerse un hueco, como youtuber divulgador, tirando por tierra infinidad de bulos que, en relación a muchas cuestiones como el Coronavirus, afectan a nuestro día a día.
Por Ricardo Castillejo
Es doctor en medicina molecular, tiene dos masters, un doctorado Cum Laude en Medicina Molecular del Cáncer… y, a pesar de que aquí el suyo no es un campo con muchas salidas, no tiene intención de marcharse de su tierra, Sevilla, en la que desea dedicarse a la docencia y desde donde conecta con el mundo a través del canal de Youtube “Sdesiensia” (nombre con el que, además, hace un guiño al andaluz). Álvaro Carmona posee, a sus 29 años, un talento innato para la comunicación algo que, mezclado con sus conocimientos científicos, le permite acercar a la población infinidad de interesantes temas gracias a los que, de prestarles más atención, podríamos disfrutar de una vida, sobre todo, mucho más segura.
-En tu canal desmontas bulos científicos con lo que, trabajo no te faltará… ¿Has hecho un cálculo de los “fakes” en torno al Coronavirus?
-(Risas) ¡Una locura! No da tiempo a aburrirse, la verdad… Todos los días, y más al principio, sale algo. Como cuando decían que te ponías diez minutos el secador del pelo en la nariz y en la garganta y eso te protegía de la enfermedad… ¿A quién se le ocurrió esa fantasía? O lo de personajes relevantes, como el presidente de Estados Unidos, incitando a tomar desinfectante para matar el virus y provocando el que haya ingresos de intoxicados por esa barbaridad…
“Para que hubiese un “efecto barrera” o “efecto rebaño” -que es que los que están inmunizados protegen a los que no lo están-, varios millones de españoles tendría que haber pasado la enfermedad para estar protegidos de manera natural”
-De lo que conoces de esta pandemia, ¿qué te gustaría que la población supiera y que, tal vez, aún no tiene muy claro?
-Algo que estamos viendo últimamente, con estas manifestaciones que ha habido o en los bares incluso, donde muchos van sin protección: Mientras exista una persona contagiada, no se ha terminado la historia. Un individuo puede contagiar, de media, a cinco y luego están los “supercontagiadores”, quienes desarrollan más carga vírica y, con más capacidad de infección, pueden llegar a otros quince. Imagínate el radio de expansión… Así que, a la hora de de tirarse a la calle tan tranquilamente, olvidando lo que hemos pasado en estos meses de confinamiento, la “jartá” que se han pegado los sanitarios y los fallecidos que ha habido, habría que tener presente lo que te acabo de comentar.
-Lo mismo se piensa que no es algo tan peligroso…
-Conspiranoicos hay en todos lados. Yo me remito a los datos. Que miren las UCIs con todos los entubados… ¿Se los han inventado? No es una gripe. Es algo mucho más infeccioso y con una letalidad mucho mayor.
-¿Es buena idea esperar a que llegue una vacuna para volver a vivir?
-No, no podemos ir con ese pensamiento. Mientras llega, que requiere unos tiempos, debemos ir adaptándonos a la nueva normalidad con medidas de protección, distancia de seguridad, higiene… Y también comprendiendo cómo nos podría afectar un rebrote. La vacuna será una nueva arma para adquirir inmunidad, pero, hasta entonces, habrá que actuar progresivamente y coartarnos en la manera de actuar. Ten en cuenta que España, según el ensayo de seroprevalencia que se ha realizado, está en el cinco por ciento de inmunizados. Para que hubiese un “efecto barrera” o “efecto rebaño” -que es que los que están inmunizados protegen a los que no lo están-, tendríamos que alcanzar el setenta u ochenta por ciento, es decir, que varios millones de españoles hubieran pasado la enfermedad para estar protegidos de manera natural.
-Lo del rebrote parece seguro, ¿no?
-Podría ser, pero no tiene por qué suponer que volvamos a tener 200.000 infectados. Pueden suponer leves subidas que, poco a poco, sean cada vez más leves. Si se generan esos hábitos sociales óptimos de protección, los rebrotes serán de menor calibre. Recordemos lo que pasó en Corea con las discotecas, que precisaron medidas de contención.
“Un buen divulgador no se mide por la cantidad de tecnicismos que dice por minuto sino en la cantidad de espectadores que pueden entender su discurso”
-La ciencia tiene adeptos para los que resulta apasionante, pero, en general, ante la mayoría posee una pátina de aburrimiento que provoca cierta pereza para que nos acerquemos a ella. ¿Cómo se podría solucionar eso?
-Llevas razón. A la ciencia le ha rodeado un halo de academicismo, de especialistas metidos en sus nubes universitarias ajenas a los ciudadanos de a pie. En realidad, es algo bidireccional: ha habido endogamia desde este sector, pero también poco interés por parte del público general, que no ha encontrado la aplicación práctica en su cotidianidad a estas cuestiones. Por suerte, con las redes sociales han surgido profesionales jóvenes con buenos currículums que han intentado hacer su gremio más asequible, como el canal “Quantum Fracture”, de física cuántica, con millones de seguidores. Un buen divulgador no se mide por la cantidad de tecnicismos que dice por minuto sino en la cantidad de espectadores que pueden entender su discurso.
-¿Qué sociedad tendríamos si, en horarios de máxima audiencia televisiva, se informase más de asuntos científicos?
-Una en la que seríamos conscientes, por ejemplo, de cómo funciona una vacuna. O la contaminación que genera un coche con su uso diario. O por qué hay momentos en los que debemos tomar antibióticos y otros muchos en los que no, evitando la aparición de cepas resistentes de bacterias que, por cierto, es otra posibilidad de pandemia…
