Fernando Verdasco ha sido el último famoso en confesar que ha pasado el COVID 19, enfermedad que le ha impedido participar en Roland Garros y que han padecido ya muchos otros rostros conocidos como el tenista.
Por Ricardo Castillejo
“Este año no voy a poder participar en Roland Garros, muy a mi pesar y sintiendo una total frustración”. Es el principio del comunicado enviado por Fernando Verdasco para aclarar que, aunque pasó el Coronavirus en agosto -tras darse a conocer que él y Ana Boyer esperaban su segundo hijo-, un análisis que ha vuelto a dar positivo -y que no le han permitido repetir-, será el causante de su ausencia de dicho certamen deportivo.
Y es que, aunque muchas pruebas PCR han dado negativas, Verdasco no ha tenido la opción de demostrar que ya no tiene una enfermedad que está haciendo estragos a nivel mundial y que, cómo no, entre los famosos nacionales, también ha ido ganando protagonismo.
Sin ir más lejos, el 10 de agosto pasado, Antonio Banderas no pudo acudir a la celebración de su cumpleaños, en la marbellí Starlite, por culpa del Corona, que lo recluyó en casa y le obligó a guardar la correspondiente cuarentena.
En el mundo de la música, Natalia, de la primera edición de “OT”, y Antonio José han sido dos figuras que no han tenido inconveniente en reconocer que se han visto obligados a hacer un parón en sus respectivas agendas para curarse de este desagradable virus.
De la misma profesión, no olvidamos a la pareja formada por Leonor Watling y Jorge Drexler, quienes se suman a un listado en el que se encuentra hasta el mismísimo Plácido Domingo.
Dentro de la televisión, el presentador sevillano Roberto Leal, abandonó las grabaciones de “Pasapalabra” durante unos días, al igual que tuvo que dejar los platós Carmen Borrego, hija de María Teresa Campos que a todos preocupó por su tocado estado de salud.
Claro que mucho más grave estuvo Tristán Ulloa, intérprete que ha llegado a debatirse entre la vida y la muerte por culpa del Covid-19, permaneciendo ingresado cinco días sin saber qué sería de él.
Todos lo han pasado… y todos lo han contado. Porque las cosas, cuando se afrontan con naturalidad, incitan a una (nueva) normalidad.