Por Ricardo Castillejo
Ésa es la pregunta que quieren resolver los integrantes de la asociación QLAMENCO, defensora del traje de flamenco, y de la artesanía en la costura en general, la cual, presidida por el estilista Pedro González, acaba de iniciar los trámites para lograr convertir a nuestra vestimenta típica en Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
Para ello aportan una serie de argumentos como que, el traje y sus complementos, representan no solo la imagen de Andalucía sino, más allá, la imagen de España, dentro y fuera de nuestras fronteras. Una forma de vestir que comenzó en el siglo XIX y que, poco a poco, ha ido avanzando en diseño hasta tal punto que se ha convertido en referente e inspiración para muchas firmas que marcan los pasos de la moda en todo el mundo, vinculándose tanto a la alta costura como a la ropa urbana.
Eso por no hablar de flores, zapatos, pendientes, pulseras… que forman parte de un “look” único que, por las circunstancias que vivimos, pasa por sus horas más bajas. Un sector absolutamente arrasado por la pandemia que espera poder recuperar su esplendor y volver a brillar en cuanto las fiestas primaverales regresen y la vida sea otra vez vida. Mientras, ¿por qué no dar al César lo que es del César y convertir nuestro traje en Patrimonio Inmaterial de la Humanidad?