Mañana se cumplirán treinta y tres años de uno de los enlaces más mediáticos de la crónica social española, teniendo como protagonistas al torero “Paquirri” y la tonadillera Isabel Pantoja

Fue un 30 de abril de 1983 cuando, Isabel Pantoja y Francisco Rivera, “Paquirri”, decidieron sellar su compromiso nupcial ante una de las imágenes más veneradas de la ciudad, la cual vio a la tonadillera crecer artísticamente y al torero ganar su fama y nombre con sus faenas en la Maestranza. Los alrededores del templo del Gran Poder se convirtieron entonces en un auténtico hervidero de medios y curiosos que pretendían acercarse a una de las parejas más populares del momento. Dentro esperaban numerosos invitados, entre los que se encontraban rostros tan conocidos como como la duquesa de Alba, Rocío Jurado y Pedro Carrasco, Palomo Linares y Marina Danko, los hermanos Peralta y Paquita Rico. El coste del banquete superó los cuatro millones de pesetas (24.000 euros), encargándose noventa camareros de servir la cena a los 1.200 asistentes que celebraron las nupcias de los enamorados de moda. Finalmente, los contrayentes se alojaron en la suite 203 del lujoso Hotel Alfonso XIII, donde disfrutaron de una noche de bodas tan feliz que incluso perdieron el avión de su “luna de miel”, viéndose obligados a aplazar la salida para el día siguiente.
Fue un bonito broche para una historia de amor que había comenzado el 26 de mayo de 1980 cuando al joven matador le presentaron a la cantante sevillana. La atracción entre ambos surgió desde aquel primer encuentro de tal modo que él mismo rompió con Lolita, su pareja de entonces, y se entregó a la relación con Isabel. Muy del agrado del público, juntos respondían al prototipo de la imagen romántica de España en esa época: un diestro y una tonadillera, ambos jóvenes, atractivos y triunfadores en sus profesiones. Así, cuando consiguió “Paquirri” la nulidad de Carmen Ordóñez y superó el enfado del clan Flores  -con la matriarca Lola al frente-, Isabel Pantoja se convirtió en su señora, disfrutando de una de sus etapas más serenas. Fuera como fuera, antes ya ejercía como ‘señora de Cantora’ y vivía una vida tranquila en el campo, encontrando en el matrimonio la fuerza suficiente para complacer los deseos de su marido y dedicarse a las labores propias de una mujer de su casa (incluso se mostraba maternal y muy afectuosa con los hijos mayores que él tuvo con su primera esposa. Sin embargo poco le duró a Isabel la calma pues enviudó el 26 de septiembre de 1984, cuando el toro Avispado segó la vida de “Paquirri” en Pozoblanco, dejándola rota de dolor y con un bebé de siete meses de edad.
La artista se convirtió entonces en ‘viuda de España’ y pronto surgieron los enfrentamientos y encontronazos con la familia de su difunto por la herencia, manteniéndose abierta la polémica hasta hace pocos meses. El cambio en su situación personal propició un clamoroso y triunfal regreso de Pantoja a los escenarios y también una pequeña incursión en la “gran pantalla” que acrecentó los rumores de supuestos romances con actores y galanes como el español José Coronado. Sin embargo, fueron otros los que causaron mayor revuelo en su entorno personal. Primero, su estrecho contacto con la periodista Encarna Sánchez, con la que compartió largas temporadas de convivencia en la Costa del Sol y, posteriormente, su profunda amistad con la también intérprete, María del Monte, quien, además, se convirtió en madrina de Chabelita, la niña que Isabel adoptó en Perú. Tras estas experiencias ésta siguió su camino del brazo de Diego López, director del Casino de Torrequebrada, cerca de Fuengirola, donde ella tenía un piso y empezó a pasar más tiempo hasta decidirse a iniciar negocios de restauración en la localidad malagueña. Allí conoció a Julián Muñoz, entonces concejal de la ‘floreciente’ Marbella de Jesús Gil y felizmente casado con Mayte Zaldívar. La pasión surgió y finalmente la arrastró hacia una voragine de escándalos y tribunales dentro de una historia en la que, prisión incluida, aún quedan muchos capítulos por escribir…