Está claro que Eugenia Martínez de Irujo ha encontrado el amor, con mayúsculas, junto a Narcís Rebollo, con el que, estos días, veranea en Marbella.
Por Ricardo Castillejo
Lo intentó muchas veces. Con su ex marido, Fran Rivera. Con El Litri. Con Gonzalo Miró. Con José Coronado… Sin embargo, ninguno de ellos le dio la felicidad que, se le nota, ha encontrado junto a Narcís Rebollo, con el que lleva tres años de AMOR, con mayúsculas, durante hasta los que la pareja se casó, caracterizados de Elvis Presley y Marilyn Monroe, en Las Vegas.
Y es que resulta evidente que el matrimonio tiene química y se lo pasa fenomenal, tal y como acabamos de descubrir en una imagen, subida a las redes por el presidente de la compañía de discos Universal, de él y su mujer -que le respondía con corazones rojos y un sencillo “tq” (“te quiero”)-, en una fiesta en Marbella.
En dicha instantánea también se puede ver, detrás a Hubertus de Hohenlohe, hijo de Alfonso de Hohenlohe e Ira de Füstemberg y testigo, en este caso de la felicidad de nuestros enamorados protagonistas.
En continua Luna de Miel, el mes pasado compartieron una fotografía en un restaurante acompañados, en esa ocasión, por Tana Rivera, fotógrafa de dicho instante y testigo de la dicha que su madre disfruta. Ésta, por su parte, utiliza su perfil con diferentes fines que van desde mostrar su afición a la pintura -con obras realizadas por ella-, hasta mandar un mensaje de tristeza por el reciente fallecimiento de la popular “Tía Pepa”, personaje que, durante los meses de confinamiento, se convirtió en un referente y en un balón de oxígeno para hacernos más llevadero dicho encierro.
Además, Eugenia también demuestra su admiración por artistas como María Jiménez, a la que fue a ver con su marido y que reconoció que es “La que más quiere”.
Siempre sonriente ahora, Eugenia Martínez de Irujo no olvida a su madre, la duquesa de Alba, a la que, cuando tiene ocasión, rescata de su archivo personal. Más allá, no entra en ninguna polémica y vive su vida con su corazón pleno. El destino, al final, ha recompensado su bondad natural.
