“Hay gente a la que, cuando abre la boca, se le va el glamour al garete”

La experta en moda y coleccionista de alta costura ha sacado su segundo libro titulado “El glamour inteligente”, presentado la pasada semana en Madrid junto a sus amigos Boris Izaguirre y Mario Vaquerizo, y donde resuelve las dudas más variopintas sobre protocolo y estilo. Convertida en gurú de la elegancia, su fama ha crecido como la espuma en los últimos años gracias a sus apariciones en televisión y  una personalidad arrolladora que muchas, sin éxito, intentan imitar.

José Antonio Múñoz

El nuevo libro de Carmen Lomana desvela las claves para llevar una vida con “glamour”

–– Carmen, ¿qué es el “glamour”?

Está en el aire, es intangible, y lo crea un conjunto de cosas, situaciones o personas que lo tienen en algunos momentos y en otros no, debido al entorno que les rodea y a lo que trasmiten. Ahora dicen que todo es “glamouroso”, por eso se ha devaluado la palabra completamente.

 -¿Dónde podemos encontrarlo entonces?

Está muy relacionado con Hollywood y las grandes divas de los años 30 a los 50, con esas ropas maravillosas, las caídas de ojos y esa forma de moverse o fumar. Mujeres que iban siempre impecables, con un vestuario propio, cosa que se ha perdido por completo, porque ahora se visten para posar un día en una alfombra, van todas de prestado y a veces ni les gusta lo que llevan,  se lo colocan como si fueran muñecas.

-¿Se puede ser glamouroso todo el tiempo?

Hay personas que sí  porque tienen un estilo de vida maravilloso. Alguien que se levanta en una casa increíble, con un mayordomo que le sirve un desayuno fantástico, luego le está esperando un chofer con un coche que la lleva a un avión privado… Esa persona vive en el absoluto glamour.

-Pero para eso hace falta mucho dinero…

Es que en un entorno sórdido y feo es imposible tener glamour. Marilyn era glamourosa cuando ya era una estrella de cine, con sus estolas de zorro blanco y sus trajes pegados, pero cuando estaba de obrera en una fábrica para nada lo era.

– ¿Qué se necesita para alcanzarlo?

Hay que saber usar los propios medios que tiene una persona a su alcance y encauzarlos bien. Lo más importante es ser educado, culto, tener una buena conversación. Jamás puede ir unido a decir palabrotas, a una voz chillona y discordante, o alguien que habla muy deprisa y no se le entiende. Hay gente a la que, cuando abre la boca, se le va el glamour al garete.

-¿En que situación de tu vida te has sentido muy glamourosa?

Cuando voy a Capri o a Marrakech, envuelta en un halo fantástico. No así en un crucero, que me horroriza, con la gente apelotonada como en un campo de concentración. Los que hacía Aristóteles Onasis si que eran estupendos porque reunía a lo mejor de la Jet Set de ese momento, algo que ya no existe.

-¿Y menos? ¿Ahora en el programa “Splash”?

Ir por la mañana a una piscina, salir toda mojada, con una cara de pollo frito increíble del frío que había pasado y llena de moratones… claro que no es glamouroso, pero tiene otros valores como el deporte o el esfuerzo. Es en otras ocasiones de mi vida cuando me he sentido rodeada de vulgaridad, por muy ideal que estuviese yo vestida., porque todo lo que me rodeaba era un horror.

-¿Qué le parecen las fiestas de Sevilla en este sentido?

La Semana Santa es un espectáculo de devoción y arte soberbio, pero glamour no tiene ninguno. La feria si porque hay mas frivolidad, con flamencas guapísimas, que andan para morirse y se maquillan como nadie. Tampoco son los Oscar, pero tiene un punto étnico que le da valor.

Carmen Lomana es una entusiasta de las fiestas y tradiciones sevillanas.

-Dicen que, cuando te enamoras, pierdes el estilo…

– Eso es una enorme idiotez. En ese momento se potencia todo lo bueno que se tiene para dar la mejor imagen de una misma al otro, y te pones una lencería maravillosa, un camisón divino… lo malo es cuando se pierde la cabeza por amor, y entonces haces el ridículo.

– ¿Está enamorada?

– No, enamorarse es difícil y a medida que vas teniendo años exiges más. Tenemos miedo a la soledad por eso nos aferramos a personas que, en algunos casos, no nos aportan nada, creándonos dependencia fruto de una pequeña enajenación mental. Soy una persona sociable pero me acostumbrado a vivir sola, me he vuelto egoísta y necesito mi espacio que no me gusta compartir, por eso me cuesta tener una relación.