…o se mea en la puerta, o se mea en el quicio”. Al menos eso dice el refrán. Y a los refranes hay que hacerles caso porque encierran en ellos mismos una irrefutable vetusta sabiduría popular (luego está el tema de los “contrarefranes”, pero ése es otro debate). Lo cierto es que, quien tiene una costumbre determinada, es difícil que la abandone.
Recuerdo -y esto que os voy a contar sé que es un poco desagradable, pero muy descriptivo-, que en el colegio teníamos un compañero que se comía los mocos. Literalmente. Muchos, muy verdes y muy grandes. ¿Habrá algo más asqueroso que comerse un moco? Pues, a pesar de una verdad tan aplastante, este chico se los comía. Y nadie pudo quitarle la cerda manía hasta que, supongo, ya de mayor tomaría consciencia del rechazo que eso provocaba. Sea como sea, en el fondo yo creo que, aunque a escondidas, a día de hoy seguirá haciéndolo…
Fijaros bien que José Fernando, el hijo de Ortega Cano y Rocío Jurado, ha estado en la cárcel, ha tenido enfrentamientos con la familia, ha sido recluido en centros de rehabilitación y, pasándose cualquier intento de abandonar el “mal camino” por ahí mismo, ha seguido cayendo en errores como los de amenazar a su pareja o los de agredir y robar a un joven en un club de alterne en noviembre 2013. Un delito que ha provocado el que la juez haya decidido volver a mandarle a prisión algo que, para la abogada del acusado, es un gran problema ya que, por fin, parece haber decidido enmendarse. Volviendo al refranero, “Nunca es tarde si la dicha es buena” aunque “el que la hace, la paga”…