Comienza la cuenta atrás para que el cantaor jerezano presente en el Auditorio de Fibes, el próximo jueves 31 de enero, su disco “Mi única llave”
Ricardo Castillejo
A sus 57 años derrocha la misma ilusión que un recién llegado a la música. Y eso que José Mercé es, posiblemente, el referente más importante con el que cuenta el flamenco en la actualidad. Un hombre que ha logrado el equilibrio perfecto entre tradición y nuevas tendencias y que, con su nuevo álbum, ha vuelto a ocupar los primeros puestos en las listas de ventas y a llenar importantes teatros y auditorios de nuestro país. Turno ahora para Sevilla y para el Auditorio de Fibes, un gran aforo para este jerezano con el que vuelve a tener sentido el dicho aquel de que, “mientras más grande, más sencillo”.
-A pesar de todo lo conseguido, de más de un millón discos vendidos, no ha perdido su humanidad… ¿Cómo lo ha logrado?
-Es cuestión de nacimiento. Si tu madre te pare así, así hay que morir. A los que van con aires raros parece que les dan “volaeras” (risas). Hay que ser lo que eres y no ser lo que no eres.
-¿Se enfada alguna vez?
-Realmente no. Hay un chiste que dice: “Si me pisas, déjame muerto en el suelo”. Con mi filosofía de vida es raro que me moleste con nadie.
-¿Qué puertas abre la llave de su disco?
-Sobre todo las de Andalucía. Es un trabajo muy flamenco pero, a la vez, muy del siglo XXI. Fíjate si estoy contento que me gusta hasta a mí (risas). Para grabarlo cogí un avión a Boston, con lo lejos que está, pero me he alegrado. Hay grandes músicos allí y en el estudio había algo mágico.
-La pasión por el flamenco se ha renovado con las nuevas generaciones, ¿no?
-Los jóvenes lo tienen muy crudo pero, afortunadamente, hay mucha afición nueva. Llevo 15 años intentando que los chavales y chavalas entren en el canasto del flamenco. Me llevo muy bien con ellos y aprendo mucho y me gusta rodearme de ellos. A veces me despisto pero lo entienden (risas). Soy un luchador y lo seguiré siendo.
-Habla de años y es curioso que no tiene ni una arruga… ¿Cuál es el secreto?
-Bueno serán 33 los que haga (risas). Bromas aparte tengo ganas y mi gente y mi público es el que me lleva. Cuando subo al escenario ya salgo a disfrutar. Ver los teatros llenos da muchas ganas de hacer más cosas aún.
-¿Piensa aquello de “morir con las botas puestas”?
-Hasta ahí no llego… Me gustaría seguir hasta donde yo crea que deba. Si me veo que no doy de mí lo que tengo quedar, quisiera estar en mi casa y retirarme.
-Voy a proponerle varias puertas, jugando con el título de su trabajo, a ver qué llave la abre según usted… La política, por ejemplo…
-En estos momentos le pondría un cero patatero.
-¿El amor?
-Hay que darle un diez siempre. Sin él no se puede vivir. He sido muy afortunado en este terreno. Imagínate que llevo con la misma mujer 38 años.
-¿El flamenco? ¿Qué llave la abre?
-La única llave que tengo es mi garganta y mi cante. Mi voz. Luego no tengo ni la de casa.
-Ahí está desde que era un niño… Con 13 años…
-Tengo la misma ilusión, o más, que entonces. Me contemplo con ternura y, en ocasiones, con “lastimilla” de verme tan “chico” buscándome la vida.