Si Estados Unidos tiene las “sombras de Grey”, nosotros podemos presumir de la trilogía de “Pídeme lo que quieras” cuya autora, Megan Maxwell, supera ya en ventas los 65 mil ejemplares
Ricardo Castillejo
Con una extensa carrera, dedicada a la novela romántica, Megan Maxwell (seudónimo de esta autora madrileña cuyo nombre original prefiere mantener en secreto) decidió dar el salto al terreno del erotismo con la trilogía de “Pídeme lo que quieras” a la que ahora incorpora “Pídeme lo que quieras o déjame”. Una historia protagonizada por la pareja formada por Jud y Eric que nos ha servido para conocer mejor a una mujer, casada y con dos hijos, a la que podríamos considerar la “Corín Tellado del siglo XXI”. Una “doctora amor” con la que resulta toda una experiencia charlar de ese sentimiento, el amor, que mueve el mundo y que, en este caso, viene acompañado de una fuerte carga de pasión… y sexo.
-Mucho éxito en los últimos tiempos, ¿verdad?
-Bueno, siempre se recibe muy bien eso. Imagínate la alegría que da vender tanto… Yo tenía un público pero la novela erótica lo ha quintuplicado. ¡No sabía que había tantos seguidores de este tipo de lecturas!
-¿Dónde está el límite entre la literatura romántica y erótica?
-En el tono de la escena. Hay que subirlo mucho… Pero mucho, mucho, mucho (risas).
-¿Es mejor el sexo en los libros o en la realidad?
-Hombre, en los libros siempre es genial. Te dejas llevar por la fantasía y, si consigues que la gente lo sienta, es lo máximo. A mí me encanta imaginar vidas y personajes. De pequeña quería ser muchas cosas y, gracias a los libros, he logrado convertirme en lo que me parezca.
– ¿Cuáles son las reacciones de sus lectoras?
-Hay de todo. Las hay a las que le gusta pero no hablarían del tema, las que lo han leído con su marido y lo han puesto en práctica, los maridos que, sobre todo en privado, me felicitan por haber mejorado su vida sexual… El otro día me dijo una madre: “¿No te da vergüenza escribir esto?” y yo le respondí: “¿Y a ti leerlo?” (risas).
-Lo que pasa es que, en el juego, hay peligro si no puedes decidir, ¿no?
-Siempre decides lo que quieres. No puedes dejarte manipular por nadie. Por eso mi protagonista es independiente y guerrera.
-¿El amor conlleva sufrimiento?
-Es inevitable. Enamorarte, en cierta forma, es sufrir. Especialmente si no sale como pensabas. Sea como sea, cuando llega, llega.
-¿Y si no es el adecuado?
-Hay que dejarlo. Aunque nos duela. Lo que pasa es que somos tontos pensando que podemos cambiar a esa persona que, al final, nunca cambia.
-¿Cómo se sabe que hemos acertado?
-¡Uy! ¡Muy fácil! La felicidad te rodea y te das cuenta que esa persona te corresponde. A veces hay que dejarse llevar y dar la oportunidad a quien quiere conquistarnos. Puedes sorprenderte gratamente…
-Está casada y tiene dos hijos, ¿qué opinan su marido y sus niños de su esposa y madre?
-Pues llevo 27 años con mi marido y está contento y le hace gracia lo que me está pasando. Vivimos en un pueblo de Madrid y, aunque mis textos son imaginados por mí, los vecinos piensan que vamos de orgía en orgía (risas). Luego están mi hija Sandra, de 17 años, que me ha leído todo menos la trilogía, y mi hijo Jorge, de 12. Los dos están muy contentos con su mamá. Yo era secretaria en una asesoría jurídica. Hace 17 años que escribo y cuatro que publico bajo este seudónimo mezcla de Megan, que me llamaba la atención, y Maxwell, nombre de un cantante que me gusta mucho. Nunca pensé en publicar. De hecho, me rechazaban porque decían que mis mujeres eran demasiado fuertes. Al final, parece que son las preferidas…
-¿Hay diferencias con usted y “Grey”?
-Claro. Gray presenta una chica más sumisa, que acepta las cosas… La mía, que experimenta con tríos y orgías, es una luchadora que, si tiene que llamarle a él “gilipollas”, se lo dice.