Mar Flores, la que fuera uno de los rostros más perseguidos por las revistas del “corazón”, modelo, presentadora y actriz, celebra hoy su cuarenta y cinco cumpleaños llevando una vida discreta -en la que ha optado laboralmente por la creación de complementos-, junto a su marido, Javier Merino, y sus cinco hijos
Ricardo Castillejo
Su nombre, durante unos años, estuvo ligado al escándalo ya que, además de ser una modelo y presentadora muy popular, mantuvo algunos romances que la situaron en el punto de mira de todos los medios. Eso sí, antes de toda aquella vorágine, María del Mar Flores Caballero –Mar Flores para el gran público-, había desarrollado una importante carrera como maniquí tras ganar en 1989 el reconocimiento de “Rostro de los 90” otorgado por la revista “Elle”. Un premio desde el que comenzó a desfilar en pasarelas como la de Milán para grandes firmas como Giorgio Armani o Gai Mattiolo, los cuales reconocieron en ella una fantástica “percha” donde lucir sus creaciones.
Más tarde, en 1991, fue fichada por Telecinco para presentar programas como “Vip Noche” o “Bellezas en la nieve”, junto a Andoni Ferreño. Una labor que hizo que su fama se disparase igual que la espuma antes de un primer matrimonio, en 1992, con el conde Carlo Costanzia di Costiglione (padre de Carlo, su primer hijo). Sin embargo, esta unión no sería muy duradera y en 1996 decide separarse para, con posterioridad, embarcarse en el romance que mantuvo con el empresario Fernando Fernández-Tapias. “Somos un país muy machista y, las mujeres, malas entre nosotras. Yo he sentido mucho la envidia y el rechazo”, reflexionaba en la revista “Vanity Fair” hace no mucho. “Si un tío sale con tres es un machote pero, si eres mujer y haces lo mismo, eres una prostituta”.
Con sus ideas claras, Mar ha sido siempre contundente en sus declaraciones aunque, como es lógico, con el paso del tiempo –y la experiencia-, haya ido moderándose. Sin embargo, nunca ha querido dar demasiadas pistas acerca de relaciones como las que la vincularon a Bertín Osborne o la polémica con Alessandro Lecquio, al que ha llegado a tachar como “el innombrable”. “Es humano tropezar varias veces con la misma piedra. No tengo que pedirle por ello perdón a la humanidad. Hay muchos pijos sin oficio ni beneficio que tienen habilidad para seducir pero pocos la tienen para mantener a su lado a una pareja. Aquella que permanece junto a un señor de esas características gasta tan poco cerebro y tan poca sensibilidad como él”, comentaba al respecto del italiano en una publicación a mediados de los 90.
Una década durante la que ha reconocido sus muy humildes orígenes, protagonizó un encuentro que estuvo a punto de convertirla en parte de la más alta nobleza española pues, por algunos meses, estuvo vinculada sentimentalmente a Cayetano Martínez de Irujo, descendiente de la duquesa de Alba. Una pasión que terminó de manera abrupta cuando la revista “Interviú” publicó una portada en la que, ella y el mencionado Lecquio, aparecían en la cama, cómplices y sonrientes (siendo novia del jinete). “Mar Flores, ingresada de urgencia por una crisis nerviosa” o “Mar Flores, hundida” fueron algunos de los titulares con los que salieron muchos semanarios “rosas” que no provocaron sino un punto de inflexión en su vida a partir del que desapareció para dedicarse a una faceta como actriz que le llevó a participar en series como “Ada Madrina” (1999) e incluso, bastante más tarde, en la película “Los años desnudos” (2008), en la que también se implicó como productora.
Ya entonces había recuperado la ilusión gracias a Javier Merino, amigo de tiempo atrás trece años mayor con el que, de pronto, empezó a ver las cosas desde otra perspectiva. “Si no llego a transformar mi amistad con él en lo que es ahora no hubiese vuelto a estar con ningún hombre. Por supuesto que he ido al psicólogo y al psiquiatra (porque yo creo que todos, cuando atravesamos en momentos difíciles, tenemos que acudir a profesionales), pero yo me he curado con amor. Cuando envejezca le cuidaré porque él me ha cuidado a mí como a una reina”, ha explicado al respecto. Y así se casaron en 2001 (en Sevilla precisamente), han sido padres de cuatro niños y han afrontado juntos los recientes problemas económicos por los que ha pasado el empresario.
Hoy miércoles celebra 45 años y, aprendiendo con humildad de los errores del pasado, Mar Flores mira hacia el futuro esperando que, cuando nadie la juzgue y la prejuzgue tanto, surja esa gran oportunidad aún por llegar.
